Traía muchas ganas de ver esta cinta, y no quedé decepcionado. Algo que técnicamente podría ser o "un episodio embotellado" o "una obra de teatro" debido a que la mayor parte de las secuencias se realizan en una sola locación, pero que en realidad, el origen viene al tener una charla entre dos personas sobre religión y filosofía.
Dos misioneras mormonas que están buscando ganar conversiones y bautizar a alguien interesado en cambiar de fe llegan a la casa de un extraño señor. No es porque tenga un acento raro, y las costumbres británicas no correspondan tanto con las estadounidenses más tradicionalistas, sino porque es alguien que genuinamente quiere hablar de religión... pero además sabe de la única religión verdadera. Encerradas, se ve obligadas a caer en un juego de persecusiones físicas y psicológicas con tal de demostrar un punto sobre lo que tienen en común los ritos y las creencias.
Qué bien le está quedando a Hugh Grant su etapa de villano, ya sea de vende armas de Guy Ritchie, Mafioso de Paddington, o en este caso, un estudioso religioso que busca hacerte cuestionar tus creencias. En sí, no es una figura amenazante, y tampoco es la gran mente maestra manipuladora, como una de nuestras chicas se lo deja ver en claro, pero todo es parte de su juego del que no puedes escapar.
No quería una tesis teológica, por lo que se agradece mucho que se rebajen algunos puntos para dejarlos lo suficientemente funcionales para la historia, y esta avance. Algunos tendrán revelaciones sobre las reinvenciones de creencias, otros dirán "uy, pero te falta contexto", pero son solo instrumentos para este thriller manejado cuidadosamente.
Con más sutileza y cerebro que autores más reverenciados (injustificadamente en mi nada humilde opni{on), pero que ya van cayendo en el olvido (te estoy hablando a ti, Rey-gadas), se tocan temas como la posibilidad de los milagros y el poder de la misma fe, algo que a su vez nos da un juego de anticlimax inteligentes en la historia.