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Productora Ejecutiva: Blanca López
Co-Productor: Dany Saadia
Co-Productor: Juan Carlos Toledo Pérez Núñez
Co-Productor: Logan Mayer
Co-Productor: Miguel Huesca
Co-Productor: Óscar Campos
Co-Productor: Román Rangel
Agradecimiento especial a nuestros Patreons: Adriana Fernández, Agustín Galván, Barbas Poéticas, Fernando de Anda, Jaime Rosales, Juan Espíritu, Luiso Uribe, Arturo Manrique, Lau Berdejo, Álvaro Vázquez, Alejandro Alemán, Arturo Aguilar, Enrique Vázquez, Ernesto Diezmartínez, Jorge I. Figueroa, Luis Macías, Lulú Petite, Marcela Salgado, Mariana Padilla, y Fernando Alonso.
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Chris Hermsworth encarna al hijo favorito de Odín, quien tras los eventos de Infinity War y Endgame, decide llevar una vida tranquila, meditar bajo un árbol, y divertirse con sus cuates, los Guardianes de la Galaxia, al confrontar amenazas intergalácticas. Es entonces cuando nos enteramos de que Gorr (interpretado por la versión flacucha de Marvel de Kratos, el God of War de los videojuegos) acaba de iniciar una carnicería con la que busca acabar con todos los dioses, y para nuestra suerte, acaba de llegar a Midgard, por lo que el fornido héroe deberá detenerlo para defender a sus amigos.
Marvel está en una etapa peculiar. Kevin Feige, al ascender en la cadena alimenticia de Marvel, y teniendo que supervisar tantas cosas, que van desde los cómics, pasando por las series y llegando al cine, diluye su atención en lo que debe de seguir a un proyecto que fue tan ambicioso y satisfactorio que cualquier seguimiento se queda corto. A pesar de su capacidad probada como arquitecto, algo que los estudios de la competencia buscan sin entender que es una excepción, no una regla que todos deban de tener sus “universos cinematográficos compartidos” dirigidos por la visión de sus Kevins, esta Fase 4 de Marvel ha pasado con más pena que gloria.
Black Widow llegó años tarde, cuando a nadie le importaba la historia de un personaje que ya está muerto (tan muerto como figura ficticia) y que presenta a su reemplazo. Eternals tiene la misma cohesión que la Liga de la Justicia de Joss Whedon, hay una película de un tal Shang-Chi que con todas sus virtudes ni quien la recuerde, y Doctor Strange te pide que veas al menos 8 horas de contenido que está detrás de una plataforma de paga para que entiendas partes elementales del plot que no se da tiempo para explicar, aunque explica otras cosas por que tiene demasiada prisa para continuar. Y de las series no hablemos, por que la mayoría son irrelevantes (como Falcon y el Soldado del Invierno) o peor, pudieron ser una buena película que alargaron innecesariamente para hacer una serie, como fue el caso del Caballero Lunar, aunque eso es más un error de imposición de Disney, o eso quiero creer.
El mayor atributo que tiene la cinta de Thor: Amor y Trueno, cuyo título me recuerda los agregados innecesarios a cintas como Top Gun: Pasión y Gloria o Jerry Maguire: Amor y Desafío al lanzarse en nuestro país, es que es una cinta genuinamente divertida. Los actores tienen buena química y hay gran talento, que va desde el timing cómico de Hermsworth, pasando por el compromiso a fondo de Christian Bale, así como el control de daños que hace Taika “aparezco en todas mis películas” Waititi, al eliminar cualquier vestigio de las entregas de Thor que no dirigió él, mostrando su poco interés en respetar a los caídos.
Uno de los varios problemas que tiene la cinta es que ilustra la enorme inconsistencia que hay en el personaje de Thor, dependiendo del director que lo tome. El crecimiento que tuvo como personaje en su primera cinta, en donde aprende humildad y se preocupa por no dañar personas ni propiedades, así como la maduración forzada debido a que sus adorados asgardianos han sido masacrados una y otra vez y probablemente ya solo queda un 10% de su población original, simplemente no existen en esta entrega. ¿Por qué preocuparnos por mostrar consistencia y crecimiento de la mano de alguien que con todo y su carisma ha mostrado ser un gran actor, cuando podemos ridiculizarlo gratuitamente en pro de hacer chistecitos? La cinta debería haber sido bautizada como Thor: Dumb & Dumber por que así tratan a nuestro fornido héroe.
Esto no debería presentar mayor problema, pero de la misma manera selectiva en que Taika eliminó a los mejores amigos o a un viejo amor de Thor en cintas anteriores, el director ignora que trabaja con personajes que tienen historias y tramas personales, porque tiene demasiada prisa por llegar a un punto en particular. Jane Foster tiene un cáncer que avanza agresivamente, pero no importa por que preferimos verla fornida y creando incomodidad al reencontrarse con su ex, sin darle peso a un elemento que fue muy bien desarrollado en el cómic del que viene parte de su historia en la cinta. La posibilidad de crear una concepción femenina y feminista del poder se limita a chistecitos e intentos de venir con slogans para su versión heroica e incluso se desarrolla más el reencuentro de Thor con su destruido Martillo y los celos de su nueva Hachota, que el impacto que tiene sobre su persona la dualidad de mortalidad y fragilidad contra el poder de la versión con capa de Natalie Portman.
En línea similar, es curioso como Marvel no encuentra una manera adecuada de expresar el impacto y peligrosidad de sus villanos recientes. El Gorr de Bale es mejor que Malekith del Dark World gracias al actor, pero para ser un “carnicero de dioses”, solo elimina a dioses segundones y jamás se justifica su peligrosidad. Cosa contraria pasó con la Bruja Escarlata en la reciente entrega del Doctor Strange, en donde se establece innecesariamente como súper peligrosa, al matar gratuitamente a supuestos personajes mega poderosos que más servían para mostrar el poderío de los abogados y la sección de casting de la empresa, que como recurso narrativo efectivo. Quizás eso se veía en el corte original de 4 horas del director, ya que se mencionan apariciones de Jeff Goldblum o Peter Dinklage, pero la amenaza de Gorr son más palabras que acciones antes de su confrontación con nuestros héroes.
Mientras que hay directores que ayudan a dar consistencia cuando continúan contando las historias de ciertos personajes, como Christopher McQuire lo ha hecho con Misión: Imposible, es curioso como hay quienes ayudan a revitalizar o lanzar una franquicia, pero no deberían de continuar con la misma. JJ Abrahams hizo gran trabajo con Star Trek y Star Wars, pero sus segundas entregas en ambas franquicias dejaron mucho que desear, y el regreso de Brian Singer a los X-Men trajo una de sus mejores cintas con los Días del Futuro Pasado, pero el querer continuar con la franquicia llevó de la gloria al infierno a los personajes, haciendo que su entrega de la Era de Apocalipsis fuera prescindible, a pesar de que repite fórmulas mejor aceptadas en la cinta anterior, como el montaje en cámara lenta del velocista quejoso del grupo. Esto es algo que hace Taika con la cinta, retomando momentos épicos en donde Thor se enfrentaba a las huestes de Hela con el que se debió volver su tema musical, con la Canción del Inmigrante de Led Zepellin, pero ahora prefirió musicalizar con “los grandes éxitos de Guns ‘n Roses” para deleite de chavorrucos que se sienten validados con la resurrección de Nirvana, Metallica y los Gansos Rosas gracias a la presencia de sus temas en productos culturales vigentes.
Desde luego que la cinta cuenta con grandes aportes. Bale y su compromiso innegable hacen de Gorr un personaje mejor a cómo fue escrito, pero los cambios de tono no siempre se llevan a cabo de la mejor manera, pero no importa por que todo se parcha con chistes y arcoíris. Curiosamente la saturación de elementos visuales que nos recuerda lo imaginativo y absurdo que puede ser el material original de las viñetas, encuentra mayor trascendencia cuando se enfoca y trae secuencias como una pelea en el reino de las sombras, en donde la ausencia de color ayuda a que tanto creativos como espectadores se enfoquen en el momento y el impacto de este, en lugar de buscar hacer referencias innecesarias. Al comparar esta pelea, con otras dos más espectaculares en la misma cinta, es curioso como lo más sobrio y controlado es más memorable, incluso aunque no cuente con escenas y cameos que tienen más cabida como “escenas borradas” de Guardianes de la Galaxia, que en una película de Thor, quien desecha a sus camaradas a la primera de cambios.
Al inicio de la cinta, entre explicaciones que hacen que cintas anteriores pierdan relevancia mientras se retoma o reestablece el status quo, tenemos a un Thor meditabundo, con música de Enya, que busca encontrar su lugar en el universo después de sus mayores batallas. Esta es exactamente la posición en donde se encuentra el Universo Cinematográfico Marvel. Su fase 4 termina con esta entrega de Thor, y fuera de presentarnos 3 cameos en escenas post créditos, no hay una dirección concreta y en lugar de servir como un respiro para conocer nuevos personajes, fuera de Eternals y Shang-Chi, solo se enfoca en reciclar personajes, ya sea al resucitarlos, traernos versiones multiversales, o establecer a sus patiños juveniles para eventual reemplazo. Pero estas fallas no importan en una compañía en donde Baby Yoda y Baby Leia nos recuerdan que Disney hace dinero al explotar al público infantil, y en otra ocasiones, a público que se niega a madurar, mientras que los ingresos siguen creciendo a pesar de estar en un punto creativamente bajo.
Triste porque parece que lo más propositivo que nos ofrecerá el ratón en el futuro cercano es el remake de su cinta animada de Hércules para llegar en acción real. No se han dado detalles de una cinta que al parecer ya está en post producción, y sería bastante divertido ver a Brett Goldstein interpretar una nueva versión de Hércules en un musical que, aprovechando las versiones multiversales, sería el nexo perfecto entre Disney y Marvel en una cinta dirigida por Guy Ritchie y producida por los hermanos Russo, los cuales alcanzaron fama y fortuna con Marvel.
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