Spider-Man: No Way Home

La película de súper héroes más esperada en mucho tiempo no es el climático final de una serie de más de 20 cintas enfocada en un universo, sino el cierre de una trilogía enfocada en el adolescente pega paredes favorito de todos. Entre expectativas, el ruido alrededor, el miedo a los spoilers y el respeto al derecho ajeno, ¿qué tal cierra la saga “casera” de Spider-Man?

Tras pelear en el espacio, ayudar a salvar a la mitad del universo, y lidiar con la pérdida de su mentor y figura paterna, debería haber un descanso para el pobre Peter Parker, ¿verdad? Claro, si no fuera por que en la cinta anterior el villano Mysterio (interpretado por Jake Gyllenhaal) hace una última maquinación y con la colaboración del conductor del sitio de noticias post-verdades conocido como El Daily Bugle, el mismísimo J. J. Jameson (reencarnado por J.K. Simmons) revela al público la identidad secreta del joven arácnido, y su vida cambia para siempre, haciendo que no haya vuelta atrás a esta etapa de su vida.

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Productora Ejecutiva: Blanca López

Co-Productor: Dany Saadia
Co-Productor: Juan Carlos Toledo
Co-Productor: Logan Mayer
Co-Productor: Román Rangel

Agradecimiento especial a nuestros Patreons: Adriana Fernández, Agustín Galván, Barbas Poéticas, Jaime Rosales, Juan Espíritu, Miguel Huesca, Óscar Campos, Arturo Manrique, Lau Berdejo, Pepe Ruiloba, Álvaro Vázquez, Alejandro Alemán, Arturo Aguilar, Emile Rudoy, Enrique Vázquez, Ernesto Diezmartínez, Jorge I. Figueroa, Luis Macías, Luiso Uribe, La Niña Triqui, Marcela Salgado, Mariana Padilla, Mauricio González y Fernando Alonso.

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Cuando se anunció que Jon Watts sería el director de la nueva etapa y relanzamiento de Peter Parker como Spider-Man, hubo algunas dudas. El joven realizador de Colorado solo tenía una cinta en su haber: Cop Car, en donde mostraba una gran sensibilidad al trabajar con jóvenes, así como un manejo interesante del thriller e historias de crimen. Algunos sketches para The Onion, algunos videos musicales, pero no había mucho que mostrara a alguien que establecería una de las trilogías “de monitos” más redondas hasta el momento, superando quizás a la del Captain América de la misma Marvel. Y vaya que cumplió, aunque ha sacrificado un poco de libertad creativa al solo haber hecho cintas de Spider-Man y se confirma como director para el siguiente relanzamiento de los Fantastic Four, algo que lo consolida como uno de los favoritos de los productores para tomar a personajes populares y regresarlos a su gloria original.

Es inevitable comparar la presente saga con anteriores entregas de la vida de Peter Parker. Sam Raimi ayudó al dar un enfoque especial a las cintas salidas de las viñetas, y junto a el ahora innombrable Bryan Singer lograron lanzar franquicias exitosas, en donde el segundo buscaba dar un enfoque más “serio” y sofisticado a un grupo de héroes (y donde presentan a más personajes que en Eternals y de manera más efectiva, pero esa es otra historia) y Raimi nos recordaba que los trajes coloridos, la acción y el CGI se mezclan para provocar divertimento a chicos y grandes.  Su trilogía se vio frustrada por intervención de estudio (o eso decía el tío Sam) y la cuarta entrega quedó en el olvido, aunque tuvimos a personajes memorables como un Duende Verde y un Doctor Pulpo, así como a un Peter emo bailador que muestra que esos numeritos musicales son prueba verdadera de maldad y pueden ser revalorizados y coreografiados hasta con guasones.

En la segunda ronda, Marc Webb, también de la escuela del videoclip y la televisión, y con sus 500 días de Summer bajo el brazo, es elegido para relanzar al personaje y darle un enfoque de romance juvenil, llegando a ofrecer dos entregas con más problemas de edición que la primera entrega del Suicide Squad, en donde tramas que parecían principales (como la historia de los padres de Peter) quedan en el olvido, para enfocarse en el surgimiento y pérdida, así como en el ineludible discurso de poder y responsabilidad.

En su segundo relanzamiento, lo que parecería un exceso y una nece(si)dad por parte de Sony para no regresar la franquicia a Marvel, la producción de Amy Pascal y la dirección de Watts aprenden de errores pasados y tienen un as bajo la manga y saben aprovechar la interconexión del personaje con la popularidad del Universo Marvel. Spidey se presenta no en su propia cinta, sino en Captain America: Civil War y aparece tanto en Avengers: Endgame como en Infinity War, haciendo que tenga su trilogía estándar y una de personaje invitado.

Uno de los problemas que ha tenido la actual saga del arácnido es que el personaje parece no tener una película en donde él sea el centro de atención y brille por mérito propio. En la primera, la presencia de Batman, digo, Michael Keaton y del mismísimo Robert Downey Jr. como Iron Man le roban un poco de protagonismo, siendo en la segunda el fantasma de Tony Stark el mayor peso que carga a cuestas un personaje juvenil que, a diferencia de su contraparte del cómic, está en una constante búsqueda de una figura paterna sustituta, y si tiene barba, mejor. Para esta tercera entrega, el Dr. Strange de Cumberbach cubre este papel, pero afortunadamente para el desarrollo de la cinta, su aparición no roba tanto cámara y la historia se enfoca en el personaje que le da nombre a la obra.

Por otro lado, algo que ya se ha visto en otras películas de súper héroes, tenemos la amenaza latente del exceso de villanos. Es algo que ayudó a la caída de la saga del Batman original, ya que al final, estos le roban cámara al héroe y la historia se enfoca más en ellos que en quien debería ser el personaje principal. Este era otro riesgo latente en la película, especialmente al considerar que llegan los villanos de las cintas anteriores de Spider-Man al cruzar la brecha del multiverso, y el tener el regreso de figuras como Alfred Molina, Willem Dafoe o Jamie Foxx podrían opacar al héroe juvenil, pero afortunadamente todos son solo parte de una maquinaria cuidadosamente ejecutada.

Uno de los grandes problemas de muchas cintas de súper héroes es que las acciones no tienen consecuencias, o estas no tienen impacto tangible en la vida de los personajes principales. Total, muestra al héroe salvando a una persona y mágicamente toda la destrucción ocasionada en una pelea no afectó a nadie más. Las cintas de Spider-Man, De Regreso a Casa, Lejos de Casa y Sin Camino a Casa todas toman elementos de otras obras, y la más reciente en particular, parte de los sucesos con los que terminó la película anterior, enfocándose en consecuencias y como tratar con ellas… aunque eso pueda implicar actuar de manera irresponsable con un adulto ¿responsable? para deshacer lo ocurrido. Para aderezar esto, y justificando la presencia de los villanos que podrían dar vida al popular equipo de los Seis Siniestros, el Peter de Tom Holland (no confundir con el futbolista, el director, o el historiador homónimo al joven actor), busca ayudarlos para que los accidentes trágicos que les dieron origen tengan un menor peso y puedan buscar su eventual redención. Claro, eso no podría salir mal y todos van a cooperar, ¿verdad?



Quizás el mayor reto que presenta la cinta es el estar a la altura de las expectativas. Entre la realidad explícita del mega cast de villanos y los rumores de las apariciones de Tobey McGuire y Andrew Garfield, la inclusión de Kong, Godzilla, Gokú, Daredevil, Venom y hasta el mismísimo Quentin Tarantino, el espectador puede formarse una ilusión imposible de alcanzar por una cinta que aunque cuenta con el equipo creativo que le ha dado consistencia, encabezado por el mismo Jon Watts y Erik Sommers, se puede quedar corto ante tanta expectativa. Afortunadamente eso ha vuelto la película a prueba de spoilers, por que desde el principio de su desarrollo uno se da cuenta que aunque muchos detalles fueron presentados desde los tráilers, la manera en que se desenvuelven da cambios agradables haciendo que en una obra saturada de personajes no importe tanto el qué, sino el cómo y el porqué de cada acción.

¿Está Spider-Man: No Way Home a la altura de las expectativas? A nivel historia, logra sortear las mismas dándole al público lo que esperaba, pero de una manera en que se sienta fresco y agradable, no como predicción del primo molesto que en los thrillers le encanta decir que sabía desde el principio quién era el asesino exactamente un minuto después de que esto se revela explícitamente en pantalla. Como película tiene varios problemas como el no enfocarse tanto en el Spider-Man de Tom Holland, sino en la figura de Spider-Man per se, así como el tomarse demasiado tiempo en tomar los juguetes de Disney/Marvel para incorporarlos y no enfocarse en su propia historia, cosa que va en detrimento a Holland, quien aunque ha aparecido en más cintas que otros intérpretes del personaje, no ha logrado desarrollarlo plenamente. Tan es así, que lo que Sam Raimi logró en una tercera parte de su primera cinta, para dar origen al personaje, aquí tomó tres películas para dejarnos en un mismo punto, en donde forja su propia identidad, deja atrás el pasado, y acepta una nueva etapa lejos de los lazos de este.

Finalmente, la cinta muestra que su historia moderna en el medio, que inició hace décadas con Avi Arad y continua con Amy Pascal, ha evolucionado, aprendido de sus errores y en lugar de negarlos, los incorpora para darles nuevo significado… y aprovechando la nostalgia de los espectadores, pero no creando un vehículo que se mueva exclusivamente en esta.