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Hablamos sobre Poderoso Victoria en compañía de Román Rangel.
Y por acá, comentarios sobre la cinta, sacados de mi cosecha.
Es raro ver una cinta inspiracional y familiar en festivales en donde las temáticas nacionales o de la región, como en este caso es Latinoamérica, se centran más en señalar los problemas que vivimos en la zona, con producciones modestas o muy humildes y muchas limitantes no solo de presupuesto sino de exhibición.
Raúl Ramón entra al ruedo con su ópera prima, Poderoso Victoria. Es 1936 y el pueblo de La Esperanza tendrá un cambio importante: se cierran las minas del lugar, y como no hay una motivante para llegar al mismo, se levantarán las vías del tren que lo conectaban desde su terreno desértico con el resto del mundo. Para evitar esto, la comunidad se organiza para hacer un tren y con eso, justificar la existencia de las vías, aunque este sea operado por civiles. ¿Suena imposible y absurdo? Quizás, pero esta historia tiene tan buena vibra y ejecución, que merece el beneficio de la duda.
Al ver el poster de la cinta, uno se encuentra casi casi con un "Quién es Quién" en el cine nacional. Gerardo Oñate es nuestro actor principal pero es acompañado por Damián Alcázar, Roberto Sosa, Joaquín Cosío, Luis Felipe Tovar, Eduardo España, Edgar Vivar, Daniel Martínez, Adal Ramones y varios actores más, quienes dan vida a los habitantes de la comunidad. No faltará quien se queje de que "son los mismos de siempre", pero sus apariciones son pequeñas y la historia ilustra de manera efectiva este ensamble para ser narrada.
Una de las cosas que más se agradecen en este tipo de cintas es la ambición y la honestidad de la historia. Se cuenta una historia sencilla en donde el ingenio mexicano y la esperanza que da nombre al pueblo tienen cabida y nos recuerdan que somos una comunidad que si estamos unidos podemos hacer muchas cosas. Claro, suena cursi y esto es expresado incluso por el personaje principal, pero da pauta para conocer a los coloridos personajes de la comunidad y su trabajo en conjunto.
Así como en países como en China hay cintas nacionalistas de gran efecto y producción como Los Ochocientos, en este caso tenemos algo más cercano a nuestra realidad en donde se da tributo a una de las épocas épicas de expansión en México y no solo en las fechas sino también en el uso del ferrocarril, el cual significa progreso el cual puede ser arrebatado a las comunidades que quieren seguir en desarrollo. En la cinta no hay villanos ñaca ñaca, o mejor dicho, aunque hay villanos ñaca ñaca no hay antagonistas neoliberales ultraconservadores sacados del imaginario del pueblo bueno, sino que es el pueblo quien lucha en contra de las circunstancias para salir adelante. Aunque parezca idea de campaña política trasciende y de genial manera esto para darnos una historia maravillosa y emotiva de la que uno no puede evitar salir sonriendo.
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