Ya es más de un año de la fecha original de su estreno, pero tras una pandemia y varios cambios de agenda, finalmente llega a la pantalla grande, chica o de celular la película enfocada en el personaje femenino más importante de Marvel en el cine: Black Widow. ¿Fue muy poco y muy tarde o la calidad de la cinta es suficiente como para mantener al espectador satisfecho?
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Es 1995 y la jovencita Natasha y su hermana Yelena han sido sustraídas del hermoso entorno familiar en el que han crecido en los últimos tres años. ¿El propósito? Convertirse en armas mortales que trabajen para el beneficio de la madre Rusia, siendo formadas en el Cuarto Rojo y convirtiéndose en Viudas Negras. El tiempo pasa y las circunstancias hacen que en el pasado cercano se vuelvan a cruzar sus caminos para que juntas busquen destruir al maldito patriarcado rojo opresor. Lo único que tendrán que hacer es desmantelar una organización secreta y eliminar al Harvey Weinstein de la ex Unión Soviética.
El personaje de Natasha Romanoff, el cual ha sido llevada a la gran pantalla por Scarlett Johansson, es uno de los más irregulares dentro de las cintas. Su caracterización es inconsistente y más que reflejar una evolución de personaje, parecía dejarse llevar por la moda del momento, cambiando no solo corte de cabello sino personalidad. Claro, eso podría ser entendible en una súper espía que debe trabajar encubierta, pero… el problema es que desde que fue introducida en la cinta de Iron Man 2, siempre ha sido un agente de la ley, excepto en ese breve periodo en que, hasta el Capitán Puerto Rico, digo, América era un fugitivo.
El cliché de la espía soviética sexy viene de la mano de la figura de la mujer fatal. Una fémina joven y atractiva que utiliza sus encantos para ser espía bajo una apariencia inocente. Debe ser idealista, motivada por la venganza y siempre debe establecer vínculos con el enemigo. ¿Te suena familiar? Natasha representa este personaje, pero bajo el enfoque de la redención y con altas dosis de acción. Es una fantasía de origen masculino, y muy distante a la figura idílica de mujer empoderada que surge de una isla de fantasía y se convierte en inspiración para nuevas generaciones. En palabras de la Yelena de Florence Pugh, “no es la asesina a la que las niñas llaman heroína”.
Y eso es lo que volvería al personaje de Scarlett Johanson algo interesante. Un perfil independiente de orígenes familiares o de realeza, una figura de invención y reinvención que a pesar de no tener poderes, está al mismo nivel de los dioses del Partenón marvelita. Si tan solo tuviera un momento para brillar en su propia historia, la cual llega como capítulo de relleno, después de más de una veintena de cintas, y tras la muerte del personaje en la continuidad regular.
Pero eso también es otro problema con la temporalidad y el lanzamiento de la cinta. La muerte es irrelevante. Después de todo, tenemos personajes ficticios y podemos contar sus historias sin respetar un orden, pero tras el climax que ha sido celebrado por 10 años de trabajo que culminaron en una aventura épica que necesitó no una sino dos películas, y en donde hay pérdidas importantes de las que el mundo jamás se lograría recuperar, el volver a presentar a uno de los personajes ahí fallecidos como si nada, hace que se pierda impacto. ¿Murió Tony Stark? No hay problema, podemos contar sus locas aventuras armamentistas de la prepa. ¿Visión fue destruido? No hay problema ¡puede tener su propia serie de televisión! Al cabo es un robot y podemos reconstruirlo. ¿Loki se sacrificó y redimió en una historia? Eso no nos impide darle su propia serie en donde exploraremos el multiverso. La muerte carece de peso y relevancia en la ficción marvelita.
Mientras que se busca establecer la historia y el personaje de Black Widow dentro de un entorno más “realista”, en donde ante la ausencia de poderes, podemos enfocarnos en las consecuencias de las acciones y ponernos un minuto más serios, el propósito se diluye conforme avanza la cinta. A pesar de contar con la dirección de Cate Shortland, quien previamente ha escrito y dirigido historias sobre una chica que abandona su casa y se redescubre en los Alpes, en el caso de Somersault, o una mujer que debe mostrarle a su familia la verdad sobre las creencias de sus padres en una Alemania nazi, el cuidado y la seriedad con la que ha tocado esos temas se desvanece en el momento mismo en que debe trabajar por encargo para Disney/Marvel. Temas como la trata de blancas, la sumisión femenina impuesta por figuras de autoridad masculinas, la confrontación con la culpa y el trauma ocasionado al ser instrumentos de la búsqueda de alguien más son rebajados gracias a los chistes, un par de escenas de acción con efectos visuales y en donde la aromaterapia es la solución para eliminar bloqueos y que las chicas manipuladas alcancen todo su potencial a través de la libertad.
La cinta cuenta con grandes aciertos. Los mejores momentos vienen en la dinámica familiar en donde Florence Pugh dice verdades incómodas, Scarlett Johanson es la hermana mayor regañona, David Harbour es el padre amoroso y divertido, aunque no muy brillante pero capaz de hacer todo por su familia, y Rachel Weisz interpreta a la Black Martha de este universo al ser la madre ausente pero brillante que hacía todo en pro del conocimiento. ¿El problema? Es que esta es una familia que solo tuvieron 3 años de convivencia y fueron separados ya que ni siquiera eran una verdadera familia. Son la versión Marvel de The Americans, una célula de espías olvidados y traídos al juego a conveniencia de la historia y en donde cualquier dinámica y vínculo familiar existe solo por que el guión lo requiere, no por que tenga sentido o se establezca correctamente.
Por otro lado, tenemos a la gran amenaza capaz de duplicar, mejorar y acabar con cualquier vengador: Task Master es una figura que en papel suena temible, pero en la práctica, tanto en los cómics como en la película, no muerde tanto como ladra. Es una versión rebajada del Winter Soldier en donde no hay un vínculo emocional con el personaje, aunque se fuerce el establecerlo dentro del juego de culpa y pérdida de la protagonista, quien tristemente se convierte en personaje secundario de su propia película en buena parte de esta, en donde se debería buscar darle consistencia a un personaje ya formado y establecido, aunque también este es parte del problema con la historia. No vemos una historia de origen (afortunadamente), sino que tenemos a un personaje que, si bien es inconsistente, ya está definido. No hay mucho camino de crecimiento para el mismo. Un problema que comparte con otro personaje de la compañía, el cual se ganó la antipatía de las mayorías al presentarse perfecto y sin defectos, sin necesidades de grandes lecciones.
La cinta se estrenó de manera simultanea en salas de cine y en la plataforma digital, en ambos lados con el impuesto Disney para recaudar más dinero. La experiencia cambia en el formato en el que se decida ver la película, gracias a al menos tres secuencias de acción en donde los hilos se notan menos en la gran pantalla. Curiosamente el enfoque más familiar hacen que las dinámicas entre Alexei, Yelena, Natasha y Black Martha, digo Melina, tengan mejor potencial para un sitcom televisivo que reemplace las Locas Aventuras de Wanda la Loca, que para una película de acción en donde no se siente el peso de la acción, y aunque busca emular elementos de cintas de Bourne o Misión Imposible, queda muy por debajo ya que en su universo no existen consecuencias, incluso si nuestra “heroína” comete acciones que matan a miles de personas pero ¡no importa! Seguro eran rusos malos o algo así.
Para finalizar, debo decir que, a pesar de esta gran cantidad de comentarios negativos, al momento de ver la cinta, la disfruté bastante. Es un buen producto de divertimento para verse en la gran pantalla. O en la pequeña, en caso de ya darle su manutención mensual al ratón del castillo. Solo no hay que darle la seriedad con la que desea ser tomada esta película, para poder disfrutarla.
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