En un año en donde los planes han cambiado por causas ajenas a nuestro control en varias ocasiones (gracias, pandemia), hay ocasiones en que uno busca el confort de lo conocido, de aquello que trae buenos recuerdos y dejan un espíritu de optimismo, muy necesario en tiempos modernos. Tratando de hacer todo esto es que llegó a cartelera regular Wonder Woman 1984, la más reciente entrega de Gal Gadot como la súper heroína más importante salida del mundo de las viñetas.
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Co-Productor: Jaime Rosales
Co-Productor: Román Rangel
Co-Productor: Dany Saadia
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Son los 80’s y nos encontramos en el pináculo de la cultura moderna (según palabras de la misma Patty Jenkins, quien dirige y coescribió la historia junto a Geoff Johns y Dave Callahan). Diana Prince ha estado en el mundo del hombre desde finales de la primera guerra mundial y se ha establecido como una respetable figura museográfica. ¿Su otra identidad, la que usa un traje colorido? Pues cae en el extraño rubro de parecer ser una leyenda urbana.
Dentro del mundo del cómic, al principio hubo Superman, y todo lo demás son variaciones del personaje. Batman literalmente surge como personaje por encargo solicitado como “otro Superman” para vender más historietas. ¿Wonder Woman? A pesar de todo lo que se busca ensalzar su origen con las coloridas personalidades de sus creadores (el doctor Moulton Marston, su esposa Elizabeth Marston y su amante Olive Byrne, aunque el único que recibe crédito es el doctor), Wonder Woman es “la versión femenina de Superman”. A pesar de décadas de historias escritas por grandes variedades de talentos, la realidad es que sigue siendo un personaje a la sombra de aquellos que surgieron primero, y los autores que la escriben parece ser que no notan algunos vicios de repetición que deberían ser innecesarios.
Dentro del universo cinematográfico de DC, el cual ha tenido una historia irregular incluso en esta novena cinta que forma parte de esa selección, Superman es la pieza central, mientras que Batman es la figura que más vende. El primero debe representar un punto alto inspiracional mientras que el segundo es la fantasía del niño que crece con dinero y obsesión y es incapaz de madurar y tener una relación saludable con la realidad. Diana es una extraña mezcla de ambos casos al tratar de presentarse con el espíritu del Superman de Dick Donner, pero siendo además la eterna traumada incapaz de superar la pérdida de su primer amor… la cual ocurrió hace décadas. No importa que haya vivido muchísimo tiempo en Isla Paraíso, lo que la dejó marcada fue su relación con Steve Trevor (Chris Pine). Es este precisamente uno de los principales problemas que parecen bagaje inevitable (y en realidad innecesario) que no permiten al personaje crecer, a menos que la figura masculina (presente o ausente) la forcé a madurar y tomar decisiones que no quiere aceptar, sin importar que las mismas sean por el bien de la humanidad, haciendo que se vea forzada a dejar de ser tan egoísta.
Los grandes villanos para esta entrega son Barbara Minerva (Kristen Wiig), quien pasa de ser una admiradora de Diana Prince, para querer imitarla y finalmente buscar ser su propia identidad: un depredador alfa. Esto es algo que se plantea interesante pero que desafortunadamente tiene muy poco tiempo de desarrollo, a pesar de que la película dura más de dos horas y media. Por otro lado tenemos al carismático Maxwell Lord (Pedro Pascal, en su segunda incorporación al mito de Wonder Woman, ya que previamente participó en el piloto fallido de televisión del personaje, allá en el 2011).¿Su objetivo? Obtener poder y éxito económico a través de eso que en los 80’s traía felicidad a cualquier empresario: el petróleo. Estos son los dos personajes a los que deberá confrontar Diana, siguiendo el síndrome de película de Batman noventera, en donde más villanos diluyen la historia y no dan una mejor cinta, cosa que tristemente pasa aquí.
Wonder Woman 84 son tres películas en una. La confrontación con cada uno de los villanos, así como el villano más grande (el egoísmo “inocente” de Diana, que es parte de su historia romántica) darían cada uno para una cinta de 90 minutos mejor contada, pero al mezclarlos todos y el buscar dar mayor importancia a las amenazas que van surgiendo, solo terminan haciendo que se pierda peso en los conflictos, sin importar si son planes maquiavélicos a gran escala o dilemas morales y personales. Cuando todo es importante, nada es importante.
Otro de los grandes villanos de la historia es el mismo Geoff Johns, que a pesar de las mejores intenciones, no puede dejar de tratar de arreglar aquello que es irrelevante, al forzar distintos momentos en que Wonder Woman deberá salvar a inocentes en el camino de la destrucción. Elementos forzadísimos y sin peso, pero que buscan ser la contraparte del Man of Steel de Snyder, en donde al parecer, si explícitamente no bajas un gato de un árbol, no eres súper héroe inspirador, y todo lo que hagas se tomará en tu contra. Curiosamente Diana también comete varios actos cuestionables en donde deja daño a la propiedad pública o deja lesionadas a distintas personas pero ¡no importa! Por que seguro eran malos, y mientras ella pueda alejar a una linda niñita afrodescendiente del peligro y después le guiñe el ojo, todo estará bien.
En el manejo de la historia, hay varios errores conscientes sobre el manejo de la misma. El manejo de elementos del medio oriente muestran más una falta de sensibilidad por parte de los guionistas que un propósito claro de crear escenas que muestren los riesgos de la última parte de la guerra fría. De la misma manera, dentro de las al menos tres secuencias de acción importantes de la cinta, ninguna tiene emoción real y se queman cartuchos al usar el tema cinematográfico de Wonder Woman (ahora sin Junkie XL) de manera innecesaria, al punto que parece que si la Amazona va a cruzar la calle, se debe escuchar su canción. Es triste también que al comparar con otra cinta de la misma Warner, TeneT, al realizarse secuencias similares en donde tenemos persecuciones de autos, Nolan sale por mucho mejor librado con su secuencia, por más absurda e innecesariamente complicada que sea, mientras que lo que se hace en WW84 es… irrelevante y sin peso.
Mientras que el catalizador de la historia es un objeto concede-deseos (con todo y la ironía del Genio Mala Onda que te concede lo que pides pero con un giro irónico y ojete), esto también juega en contra del peso de las acciones y decisiones que toman los personajes. Steve Trevor está de regreso ¿por qué? Pues porque sí y cállate. Desafortunadamente este elemento también es el que hace que el conflicto aumente, pero se puede deshacer de una manera tan simple como el desearlo. Algo que podría dar para explorar dilemas morales con mayor peso y explorar la psique de los personajes y mostrar por que Diana es la mejor entre nosotros, solo sirve como pretexto para secuencias de acción, diálogos aleccionadores que mágicamente se transmiten a quien necesite escucharlos por poca lógica que se tenga. ¿Por qué? Pues porque sí y cállate.
Actores carismáticos que dan lo mejor de sí no logran rescatar una historia que queda como “película genérica de súper héroes” en donde las cosas solo pasan por que sí. ¿Diana necesita nuevos poderes? ¡Dáselos! ¿Guiños a su versión animada o a la serie de televisión? ¡Ahí están! Son detalles que si se esforzaron tanto en incluirse, se pudieron haber esforzado un poco más en simplificar el guión, quitar elementos irrelevantes y dar mayor peso a un personaje que se ha ganado un lugar en la santísima trinidad heroica de DC, pero que parece siempre quedarse de lado.
Cuando vi la cinta originalmente (en algo que se llama “sala de cine”, elemento que es inaccesible o está casi extinto en el futuro en que probablemente lean o escuchen esto), me quedé con una sensación agridulce. En serio quería que la cinta me gustara pero no podía dejar de pensar en sus inconsistencias y en como el equipo detrás de ella no es tan bueno como muchos quieren creer. Tras verla una segunda ocasión, es latente que las decisiones y problemas de la historia y la cinta son completamente intencionales. Esto no la vuelve mejor pero ayuda a tener un mejor entendimiento sobre la decisión de los elementos incluidos. Esto curiosamente también sirve para entender la decisión por parte de Warner (y sus amos en AT&T) de lanzar la cinta en modelo híbrido en Estados Unidos. Tras haber tenido varios cambios de fecha de lanzamiento, parecía una buena opción para reactivar la taquilla, pero el destino tiene otros planes y en prácticamente todo el mundo es imposible verse en salas, debido a la actual pandemia. La cinta le da un mayor valor de marca al servicio de streaming de HBO Max y curiosamente, con todos sus problemas, será más fácil que tenga un camino certero a hacer una trilogía si olvidamos la taquilla y la vemos como una obra menor, que tristemente lo es al compararse con su cinta previa (la cual tiene momentos icónicos y detalles de identidad de historia y personajes que están completamente ausentes acá), o con otras películas del género.
A final de cuentas, y gracias a la distribución digital, la cinta llegará al sector del video en casa pronto. Es triste que uno de los personajes más grandes de la cultura pop se vea relegado y encuentre un nicho en la pequeña pantalla.
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