En una de las secuencias más importantes dentro de la película de Black Panther, Killmonger (interpretado por el ex boxeador y ex antorcha humana Michael B. Jordan) le dice al rey de Wakanda: “He estado esperando toda mi vida por este momento. El mundo va a empezar de nuevo.” Estas palabras parecen reflejar el efecto que tiene esta película en las audiencias en general, en donde lo que se ha hecho previamente no importa ya que lo nuevo es mejor, más hip y en consecuencia más relevante.
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Productora Ejecutiva: Blanca López
Productor Ejecutivo: Soto
Co-Productor: Jaime Rosales
Co-Productor: Román Rangel
Co-Productor: Titus Bondi
Co-Productor: Juan Espíritu
Co-Productor: Enrique Vázquez
Co-Productor: Mauricio González
Agradecimiento especial a nuestros Patreons: Álvaro Vázquez, Daniel Krauze, Fernando Teodoro, Edith Sánchez, Alejandro Alemán, Fernando Alonso , Luis Macías y Christian Guisa
T’Challa (interpretado por el siempre solemne Chadwick Boseman) ha regresado a casa para tomar el mando del reino heredado tras la muerte de su padre. Para hacerlo tendrá que pasar por varias pruebas que servirán como ritual de paso para confrontar el legado con un mundo que es mucho más grande que una nación, sin importar que tan avanzada sea esta.
El equipo encabezado por Ryan Coogler ha tomado un particular cuidado al adaptar el personaje de las historietas a la gran pantalla, especialmente porque saben que estarían en la mira de todos y deben aprovechar la apertura mediática tras el éxito de movimientos como el #OscarSoWhite. Afortunadamente su esfuerzo da una obra competente que de manera similar a Wonder Woman, logra posicionarse y representar un sector específico de la población que buscaba una mayor exposición.
Los aspectos mejor armados de la cinta tienen que ver con la identidad de esta. El diseño de producción y de vestuario ilustran un ideal utópico de lo que se quisiera mostrar como la esencia no de una nación ni una raza sino un color, dando un lucimiento al trabajo tanto de Hannah Beachler como de Ruth Carter. Mención especial para Ludwig Göransson quien ha mostrado ser capaz de crear scores tan diversos como el de Creed o Get Out como lo es ahora con el de Black Panther, logrando una mezcla de música tribal que ayuda a manejar un ritmo que no necesariamente viene por parte de la historia.
El cast no busca una diversidad y en ese sentido sufre un fuerte desbalance, curiosamente este no se padece ya que va en función de la historia. Mientras que Martin Freeman y Andy Serkis representan la minoría blanca (y Serkis denota que se está divirtiendo como nunca al tener una expresión de “finalmente me ven a mi y no mi interpretación en un personaje animado”) los papeles femeninos contaron con un casting bastante cuidado encabezado por Letitia Wright, Angela Basset y Lupita Nyong’o. Sus personajes toman prestadas las caracterizaciones más recientes de los cómics en donde tanto la madre como la hermana están perfectamente establecidos aunque debido a la exposición es que se enaltecen innecesariamente. Shuri (la hermana del personaje principal) se pretende mostrar como un personaje más inteligente que el mismo Tony Stark, sin embargo sus inventos parecen más triviales y primitivos, más cercanos a los creados por un Q para su James Bond que a lo que el personaje interpretado por Downey Jr ha hecho. Además, ¿cómo es posible que una nación supuestamente tan avanzada continúe viviendo de manera tribal, en donde los rituales son más importantes que la lógica y los duelos a muerte se sobreponen al voto del pueblo o incluso de los sabios de la tribu? Una identidad ancestral no se pierde con la evolución pero la contraposición tan forzadamente anti-colonizadora pierde peso y se muestra ridícula pero nadie se quejará ya que se ve cool.
Así como Edgar Wright trabaja perfectamente con Simon Peg, podemos decir que el binomio Coogler y B. Jordan tienen una sincronicidad envidiable. Se nota un mejor trabajo del director con este actor, lo cual no demerita para nada el trabajo de Boseman, sin embargo se nota una mejor química que ayuda a que el personaje de Killmonger ayude a mejorar el pobre récord de villanos memorables que tiene la casa Marvel.
Uno de los elementos más importantes de la franquicia de los X-Men es la paridad de Charles Xavier y Magneto, teniendo en ellos los espectros ideológicos equivalentes a Martin Luther King y Malcolm X. Curiosamente se busca retomar en cierta medida ese manejo al confrontar las perspectivas de T’ Challa y Killmonger, al confrontar la cerrazón y confort que se vive en la zona segura de la avanzada Wakanda, una nación privilegiada que ve morir sin intervenir directamente en los conflictos de otras naciones de su mismo color. Desafortunadamente este conflicto no se termina de explotar en pro de tener secuencias de peleas con elementos espectaculares (que no es lo mismo a tener peleas espectaculares) los cuales distraen de la verdadera fuerza de la cinta.
Mientras que los elementos que componen la cinta muestran grandes aciertos, en conjunto el resultado es menor a la suma de estos. Curiosamente en Estados Unidos la película parece ser más importante que la segunda llegada de Jesucristo o la reinvención del pan en rebanadas, por lo que difícilmente se verá una crítica que se atreva a cuestionar los problemas de ritmo, los empalmes digitales que no terminan de convencer o de la misma historia. El espectador se engolosina al ver una tierra mítica que al final es la manera en que quisieran considerar que es el mismo Estados Unidos, una nación cerrada a los demás, con una diversidad, pero solo de colores de vestuario y en donde si surge algún conflicto interno, este será resuelto y no quedarán asperezas ya que el mal solo puede venir de afuera. Nada más alejado de la realidad.
Mientras que la cinta cumple como entretenimiento con una ejecución competente, su trascendencia se limita a que supuestamente representa a una minoría discriminada que nunca ha contado con personajes comercialmente exitosos o con presencia positiva, o al menos ese es el cuento con el que se busca glorificar a la cinta. Parece que olvidan que personajes como el ahora más recordado Blade de Wesley Snipes o Spawn, Frozone, Hancock, War Machine, Cyborg, Falcon, Storm, Meteor Man, Blankman, Darwin, Abar, Black Dynamite o Shaft existieron y el hacer películas sobre Wangari Maathai, Chinua Achebe o Kingsley Holgate
(verdaderos personajes relevantes de la historia africana) no es tan atractivo como el explotar la imagen de un personaje originario de una nación ficticia. El Creed de B. Jordan o el mismo Chris Washington de Daniel Kaluuya (de Get Out!) son más relevantes y representativos.
Curiosamente parece que vivimos en una época en que debemos de valorar más una obra por lo que representa que por lo que es en sí. Las cualidades intrínsecas como calidad narrativa pasan a un segundo plano cuando las circunstancias a su alrededor son más interesantes. La representación es más importante y eleva lo que en otras circunstancias es una cinta genérica bien ejecutada pero que si le eliminamos el “cuidado en el reflejar la herencia africana con la que urgentemente necesitamos identificarnos porque alguien así lo quiso” o la representación de personajes femeninos (los cuales en sí no tienen cualidades inherentemente femeninas y pudieron ser LGBT, hombres blancos o gatos mágicos) no trascendería. Esperemos que no se descubra algún escándalo al director, por que eso haría que revaluara su trabajo como es la tendencia actual, lo cual eliminaría el valor propio de la obra, de manera similar a como Killmonger busca eliminar el orden establecido.
Como dato adicional (no solicitado) solo agregaré que la importancia y relevancia de la cinta no es la misma que se le está dando en Estados Unidos a la que tiene en el resto del mundo. Recientemente tuve la oportunidad de viajar a Sudáfrica y era fascinante como ver que la publicidad para la cinta era prácticamente inexistente en las calles o televisión, teniendo una mayor presencia la publicidad de Kwese (servicio de internet que promueve ampliamente a su catálogo de Netflix) y el cual curiosamente ofrecía espacios más grandes a series como The Crown o al mismo Iron Fist, muy por encima de personajes de raza negra con los que supuestamente se debe de identificar una nación en donde la mayoría (casi el 80%) son personas de color distinto al blanco. A su vez, al platicar con varias personas a nivel de calle, era fascinante ver como les interesaba más ver películas como Aiyaary (película hindú), Jumanji o Fifty Shades Freed que aquella que muestra el ideal lejano de aquellos que en lugar de buscar redescubrir sus raíces, prefieren idealizarlas de maneras fantásticas.
18 de febrero de 2018
Black Panther
Publicado por
Dan Campos
Etiquetas:
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el
domingo, febrero 18, 2018
4 comentarios :
Creo que erras en la conclusión, T'Challa se da cuenta que eso de "nuestra gente" , y estar encerrados es un error.
La primera escena post-créditos lo hace hasta muy "in the nose"
Como dato de trivia, esa secuencia se escribió previo a la llegada de Trump y menciona Coogler que es un proverbio africano. Ya que uno se proyecte con lo de los muros, es otra cosa.
T'Challa se da cuenta pero gracias a la intervención de Killmonger, el verdadero muchacho chicho de la película. Si no es por él, que lo vuelve un mejor héroe ¿saldría de su zona segura?
Y eso es lo fascinante de Killmonger, y de Nakia, los dos querían que Wakanda saliera de su encierro, los dos querían compartir sus recursos.
Aunque no lo parezca, Black Panther comunica que la nacionalidad, la raza y la identidad son tonterías, cnstrucciones sociales a las que uno se aferra sin entende rlo ridículo de las mismas.
atentamente, el apátrida JIFF
Tonterías casi al nivel del heteropatriarcahquelaching... :p
Curiosamente el crecimiento del héroe tiene una peculiaridad: su primer acción es invitar a su novia a su coronación, en un ritual tradicional, impidiendo una misión que ella tenía para liberar a varios grupos de mujeres. Su última acción en este episodio es en un entorno "progresista", aceptar que hay cosas más allá de sus intereses personales.
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