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Co-Productor del episodio: Jaime Rosales.
Agradecimiento a nuestros Patreons Álvaro Vázquez, Daniel Krauze , Fernando Teodoro , Edith Sánchez y Alejandro Alemán.
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La primera cinta de John Wick logró ser una enorme sorpresa al traernos a Keanu Reeves nuevamente como un héroe de acción. Mientras que el actor ha sido muy selectivo con los papeles que interpreta, desde su participación en The Matrix no había hecho nada verdaderamente memorable. Gracias al trabajo de Chad Stahelski como director, quien cansado de ver como los directores y productores se basaban más en la espectacularidad y las coreografías montadas en lugar de los movimientos reales que haría un héroe de acción, es que Keanu encontró un personaje que vuelve suyo y que invita a ver cine de acción.
¿Puede un rayo caer dos veces en el mismo lugar? En lugar de caer en la típica fórmula hollywoodense de tratar de repetir el éxito de la primera cinta pero con el doble de presupuesto y un villano dos veces más grande, en el Capítulo 2 de John Wick tenemos un seguimiento de la primera cinta, cuya historia ocurre menos de media hora antes de que inicie la secuela. En la película original tuvimos una serie de coreografías en las que le combate cuerpo a cuerpo y el uso de armas se combinan en un glorioso gun-fu. Mientras que esta técnica sigue presente en la segunda cinta, ahora se combina con un car-fu, knife-fu, comedy-fu y hasta whata-fu logrando una variedad más cuidada. Las peleas son más brutales también, especialmente porque Baba Yaga no confronta matones cualquieras, ya que ahora debe enfrentar incluso a miembros de su mismo gremio para saldar una deuda de antaño.
Parte del encanto de la cinta es el manejo de una mitología particular. Desde el principio recordamos sobre el Hotel Continental, el terreno sagrado en que está prohibido que corra la sangre y en donde se refugian los miembros de tan selectos grupos de asesinos. A esto le agregamos elementos casi mitológicos como la manera en que se cobran y saldan deudas de sangre, con guiños que al observador le recordarán elementos del mismo Sandman de Neil Gaiman. Además de eso nos enteramos de la existencia de altas esferas de poder y control dentro de los gremios de asesinos. Esto sería estéril como pretensión de Assasins Creed pero gracias al manejo de casi cotidianeidad que tienen los personajes es que se logra empatía con un mundo tan extraño. “¿Estás trabajando de nuevo, John?” le preguntan al personaje principal sin darnos más detalles, como si simplemente se tratara de otro día para matar.
Dentro de la misma mitología tenemos elementos que parecerían arcáicos como el uso de máquinas de escribir o telefonistas, pero en una realidad en donde los teléfonos y las computadoras pueden ser hackeados para robarles información, da mucho sentido este manejo además de que le agrega un toque retromodernista al mundo de Wick y compañía. Por si fuera poco, el cierre de la cinta nos recuerda el cine de los 70’s en donde la paranoia es una constante y nos da el equivalente de un “vivieron felices para siempre” de los cuentos de hadas pero trasladado al único final posible para una historia de alguien que vive envuelto en peleas y persecuciones.
Mientras que la cinta se basa en la acción, se da tiempo para incluir, igual que la primera, una buena cantidad de referencias pero planteadas de maneras elegantes y sutiles. La primera secuencia de acción es un tributo al cine de Buster Keaton y a su vez podemos ver referencias sobre el manejo del cine de Kurosawa o el mismo Sergio Leone, mientras que Wick da guiños a la actitud de Charles Bronson al ser un héroe dedicado que no hace chistecitos para quedar bien. Simplemente es una fuerza de la naturaleza y los demás lo saben, ya que no en vano es el mensajero de la muerte al que la muerte misma tiene miedo.
El trabajo de edición, desde los trailers hasta la cinta misma tiene un cuidado impresionante. Mientras escuchamos fragmentos de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi podemos ver como el ritmo y los disparos se conjuntan y no de manera brusca creando un beat de golpes, sino con cortes precisos que fueron la pesadilla de los editores pero que logran darnos algo verdaderamente memorable.
John Wick logra algo similar a lo que hizo en la primera cinta, pero de manera diferente. Repite elementos característicos pero avanza la historia y amplía el universo de Wick. Le brinda un némesis honorable con quien tiene una de las mejores y más divertidas secuencias de persecución que verán en el cine moderno y alguien que al final entiende las reglas del juego. Parte de esas reglas es dejarse de pretensiones y contar una historia sencilla pero cuidada. Tan cuidada que hasta el simple cambio de cartuchos en armas de fuegos está coreografeado con cámaras sin cortes para mostrar lo más cercano a lo que un verdadero súper asesino haría en la vida real. Sin lugar a dudas, de las películas más satisfactorias de inicio de año, y no solo para la audiencia, sino para quienes están envueltos en el proyecto que podría terminar no solo con una secuela sino hasta con una serie de televisión.
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