Llegamos a la recta final del verano cinematográfico (la única estación que empieza en primavera y termina casi en otoño) y se estrenó una de las cintas más esperadas, gracias a la excelente campaña preventiva que tuvo con sus trailers. ¿Es tan buena como la publicidad nos la presentaba o tan mala como la crítica nos lo quiere hacer creer?
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En el mundo tenemos héroes y villanos súper poderosos. Tras la muerte de Superman, ¿quién podrá defendernos de futuras amenazas que podrían tener ese nivel de poder? Mientras el gobierno estadounidense discute alternativas, afortunadamente llega Amanda Waller (Viola Davis) quien propone ensamblar un equipo peculiar, conformado por criminales con habilidades especiales manejados a control remoto, los cuales, en conjunto, serán capaces de derrotar al siguiente Superman, porque para derrotar metahumanos, necesitamos metahumanos de nuestro lado.
Ya se ha hablado bastante de las duras críticas contra esta cinta, así como de aspectos que podrían justificar sus deficiencias, tales como la intervención del estudio con la propuesta del director o el poco tiempo dedicado al guión de la misma. Sin embargo, directores como Matthew Vaughn lograron realizar proyectos con restricciones de tiempo y además de presupuesto (cosa que no fue un problema en la producción del escuadrón suicida) sin embargo su principal problema viene por otro lado.
David Ayer es un cineasta con experiencia satisfactoria en cintas como Training Day, End of Watch y Fury, siendo esta última la que lo ponía como un candidato óptimo para dirigir una cinta de un equipo de inadaptados con una meta imposible. Habiendo trabajado en esquemas de estudio e incluso de producciones con casts multiestelares, es extraño el resultado que logra con su cinta. El problema base viene del guión, el cual fue supuestamente escrito en seis semanas y el cual establece elementos inverosímiles para el planteamiento de la historia.
Mientras que en el comic que inspira la cinta, escrito por John Ostrander se establece la creación de un equipo de operaciones encubiertas para misiones peligrosas el cual es conformado por gente prescindible (debido a que está conformado por criminales), en la película se toma la base de que el equipo está conformado por gente súper poderosa que sería capaz de confrontar al mismísimo Superman. Al revisar a los integrantes del equipo nos encontramos con un francotirador experto (el Deadshot de Will Smith), a una psicóloga psicópata (la Harley Quinn de Margot Robbie), un asaltabancos australiano que arroja boomerangs (Jai Courtney, en el que es probablemente su mejor papel en el cine), un cocodrilhombre (Killer Croc de Adewale Akinnouye-Agbaje, traten de pronunciar su nombre tres veces seguidas), un cholo latino pirómano demoniaco (Jay Hernández), y un ente antediluviano con poderes mágicos que es difícil de controlar (Cara Devigne), todos ellos encabezados por su líder de campo, el Rick Flag interpretado por Joel Kinnaman, quien toma el papel que Tom Hardy rechazó debido a que es el único que leyó el guión, digo, debido a que prefirió tener una nominación al Óscar con su trabajo en The Revenant. ¿Es este equipo capaz de hacer frente a alguien tan poderoso como el fallecido kriptoniano? Fuera de la hechicera y el arrojafuego, no veo como podrían hacerle cosquillas al súper hombre.
Así como el planteamiento no es precisamente el más estudiado, el desarrollo de la trama no es el mejor. La idea de tener a un grupo de criminales buscando redención es bastante interesante y el cast es talentoso, sin embargo no tienen una amenaza tangible que los una. Mientras que la cinta se preocupa por presentar de manera dinámica y videoclipera a los personajes más importantes (Deadshot es presentado tres veces solo para que recordemos que es el mejor tirador del mundo, además de un asesino que por cierto es el mejor tirador del mundo y, ¿ya les dije que es el mejor tirador del mundo?) olvida algunos de los puntos más básicos en la creación de una buena película, lo cual es tener una historia que valga la pena contar.
Mientras que Warner Brothers ha sido un estudio que se ha caracterizado por ser el último gran bastión en donde se defiende al creador del cine (teniendo a gente que va desde Kubrick al mismísimo George Miller o Christopher Nolan como sus protegidos), su perspectiva ha cambiado para adecuarse al entorno comercial contemporáneo. Actualmente su presidente, Kevin Tsujihara, se enfoca en el cuidado de la marca de la compañía, por lo que ha prestado peculiar cuidado a lanzamientos como el de el Suicide Squad, especialmente después de la divisoria cinta de Batman V Superman. Mientras que el anterior presidente de Warner Brothers, Barry Meyer, logró posicionar al estudio como uno de los más rentables a nivel mundial, Kevin ha tenido que confrontarse con el hecho de que Buenavista les ha ganado por dos años consecutivos ese lugar, y mientras que el hacer más rentables sus familias de películas (siendo las de Harry Potter y las de DC Comics dos de este grupo) es su plan fuerte, El Escuadrón Suicida se presentaba como la oportunidad perfecta para diferenciarse claramente de las fórmulas de la competencia usando los mismos elementos. Desafortunadamente, como la misma Amanda Waller, algo no termina de cuadrar en el plan de Tsujihara y mientras que sigue alentando el enfoque de directores en su cine, ha tenido que hacer ciertas modificaciones.
Curiosamente la cinta del Escuadrón Suicida sirve para ejemplificar el funcionamiento de Warner Brothers en cierta manera. Tsujihara sería Amanda Waller, quien con el replanteamiento de familias de franquicias busca estar preparado para la competencia en tiempos modernos. Concretamente la familia de DC Comics en el cine está encabezada por Zack Snyder, quien como Rick Flag debe estar a la cabeza aunque no precisamente liderando el universo cinematográfico ya que si sus resultados fuesen completamente exitosos, no tendría la necesidad de la incursión de alguien que lo cuide y refuerce, como lo hará Geoff Johns con su entrada al equipo, tomando un papel similar al de Katana en la cinta. En mayor o menor medida podemos relacionar a Harley con Patty Jenkins (siendo las dos quienes tienen la presencia más prometedora y atractiva) o al mismo Deadshot con James Wan, siendo estos a quienes el equipo necesita más que ellos al equipo en sí.
Los dos grandes problemas que tiene la cinta, independientemente del manejo de estudio, son el guión (al no dar una dirección clara de para qué misión se juntó al equipo) y la edición. Mientras que en los créditos se menciona oficialmente a John Gilroy como el editor, no es secreto que se hicieron al menos dos cortes para presentarse en audiencias, uno editado por Gilroy y con la visión más oscura de la visión original de David Ayer y otro editado por Trailer Park Theatrical A/V, la compañía que hizo los exitosos trailers de la cinta. Al final queda una versión que va de lo inconexo a lo reiterativo (¿ya les dije que Deadshot es el mejor tirador del mundo?). Curiosamente, conforme se van revelando las escenas cortadas de la cinta (incluyendo más Joker) se nota que el enfoque fue hacer la cinta más “amigable”, tomando elementos de Guardians of the Galaxy con la música. El problema de cuando se decide juntar versiones tan distintas se termina haciendo un producto de comité con demasiadas manos, aunque curiosamente David Ayer ha salido a defender esta versión de la cinta, evitando cometer errores como el que ha puesto en el congelador a Josh Trank tras criticar lo que le hicieron a su versión de los Fantastic Four. Como dato de trivia extra, ¿quieren saber qué escenas volvieron a ser filmadas para agregarse a la cinta? Solo vean al personaje de Rick Flag. Si tiene barba y cabello más largo, es parte del reshoot.
¿Es el estudio culpable por el resultado de la cinta? Hay grandes casos en los que los reshoots han sido usados para mejorar una película, como en World War Z, y el cambio de visión o de director ha dado para bien en clásicos como The Wizard of Oz. El problema es la falta de consistencia con el planteamiento del proyecto. Mientras que se puede criticar a Batman v Superman por sus fallas, no se puede negar que es una visión concreta que incluso tiene grandes aspiraciones narrativamente. Mientras que Suicide Squad jamás se plantea aspirar a más, se queda corta y termina siendo una versión de The Expendables con disfraces, con la diferencia de que las escalas y manejos de los proyectos son radicalmente distintos. Afortunadamente la cinta al final no es tan mala como se le ha calificado (de hecho no es mala) pero resulta menor considerando el talento que tenía a su disposición.