Hay figuras que debido a su presencia, aunque haya sido breve, perduran en la memoria y la imaginación de quién las pudo observar. Este es el caso de Diana Mariscal, cantante de los años 60s que tras haber conocido al diablo conocido como Jodorowsky, desapareció del medio, dejando un misterio tras de sí. ¿Qué fue lo que ocurrió con Mariscal?
Esta y más críticas están compiladas en el Sexto Especial de Cine Mexicano. y también pueden leerlas en nuestro fanpage en Facebook. Pueden ver el video donde esta cinta fue comentada originalmente a continuación.
El documental se adentra, en medida de lo posible, en la figura de la cantante. Uno de los testimonios la describe como con una personalidad casi etérea. Mariscal tenía una cualidad atrayente para quien la veía, combinada con un halo de inocencia y dulzura. Estas características fueron usadas y abusadas por el ya mencionado Jodorowsky en su ópera prima Fando y Lis, en donde la actriz tuvo que hacer cosas como ser arrastrada, desnudada o (en cierta medida) desangrada.
Es precisamente debido a ese halo de misterio, de personalidad casi del más allá, que es un poco difícil de entender la relevancia de Mariscal. Fue una figura efímera de la que se conoce más debido a lo que dejó que a ella misma. Esto es reflejado en el documental mismo, en donde sabemos de ella en base al registro fílmico o televisivo, parte de la memoria efímera que afortunadamente se puede recuperar en parte. Los testimonios de conocidos y familiares ayudan a darle más forma a esa presencia, aunque al final terminan construyendo más una idea que un personaje en sí.
Si bien Mariscal pudo participar en otras obras fuera de la del chamán chantajista favorito de muchos, fue el contacto con Jodorowsky el que influenció a la chica. La cinta fue considerada como escandalosa e impúdica tras exhibirse en el Festival de Cine de Acapulco, en una función en que el mismo Indio Fernández amenazó de muerte al director chileno. Curiosamente la cinta logró buena recepción en círculos especializados en el extranjero, contando con el apoyo de figuras como Roman Polanski o John Lennon. Tras este evento cambia Diana y esto se refleja en su música y en su vida misma. Volviéndose introspectiva y reflexiva su presencia se aleja de los medios en general.
La cinta se enfoca más que nada en cabezas parlantes que nos cuentan distintos aspectos de la vida de Diana. La edad no la trata precisamente bien ya que se notan rasgos de demencia. Cosa curiosa ya que mientras que con el filme vamos conociendo más sobre esta pérdida de coherencia para ella, el cuidado manejo del ritmo y edición de la cinta nos ayuda a entender de mejor manera esta etapa de su vida, perdida hasta ahora.
Desafortunadamente la cinta no puede mostrar todo el material filmado, que incluía entrevistas con la misma Diana. Esto puede trabajar en cierta medida en su contra, aunque fue una decisión tomada para evitar problemas legales. Sin embargo al final ayuda a aportar más al halo de misterio de Diana quien, como el mismo director menciona, estaba destinada a ser una estrella. Una estrella fugaz, la cual es recordada de manera anecdótica pero con una presencia indeleble para quienes la conocieron, y a la cual se le puede recordar a través del relato o de las imágenes de los que fueron sus mejores años.
Dirección y Guión: Manuel Cañibe
Fotografía: Véronique Decroux
Edición: Izabel Aceved, Christian Cañibe, Manuel Cañibe, León Felipe González
Producción: Karla Bukantz, Henner Hoffman
Sonido: Bernat Fortiana, León Felipe González
Música: Galo Duran
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