Continuando con la sección favorita de cintas mexicanas estrenadas en festivales que eventualmente llegan a la cartelera regular es que tenemos el caso de González: Falsos profetas. Cinta cuya interesante primicia da otra perspectiva a eso del manejo de la fe en nuestro país.
Comentarios sobre esta y más cintas los pueden encontrar en el magnífico Quinto Especial de Cine Mexicano e Iberoamericano.
González (Harold Torres) es un desempleado más en la caótica ciudad de México. Lleno de deudas y sin tener sin siquiera para pagar al comida de su madre es que se encuentra con una oportunidad en el servicio de un call-center de un templo cristiano. Al empezar y trabajar y ver cómo se maneja el negocio es que se empieza a vender a sí mismo la idea de ser pastor del mismo templo, inspirado por el ejemplo del mismo Pastor Elías (Carlos Bardem), cabeza de dicho recinto. Poco a poco empieza a afinar sus habilidades que lo llevarán a puntos que no hubiera imaginado.
Ante la primicia de un ateo que empieza a desentrañar el negocio de la fe es que el guión desarrollado por el mismo director en colaboración de Fernando del Razo hace una exploración que parte del escepticismo aderezado por la desesperación que culmina con la fe misma, pero fe en uno mismo más que en una fuerza superior. La interpretación que nos da Harold Torres de un hombre casi contemplativo ante las circunstancias que lo han dejado en una posición complicada está a una distancia pertinente del manejo confiado en la fe religiosa, tan común en nuestro país. Desde este lugar, es fácil para el mismo González el reconocer patrones que son explotados por las figuras de confianza que son los mismos pastores. La solución a todo es tener fe y dar el diezmo. Bueno, primero dar el diezmo y con la fe y esas cosas como la sangre de unicornio, la magia y los efectos especiales, todo se solucionará. Si se sabe la fórmula, ¿por qué no explotarla?
Mientras que la cinta avanza de manera pausada, reflejando en cierta medida el estilo de vida lento ante la ausencia de propósito con el que arranca la historia del mismo González, poco a poco empieza a agarrar ritmo más dinámico. Este no viene en la edición sino en el manejo narrativo, ya que poco a poco acelera la espiral del conflicto principal en el que cae González. ¿Qué puede pasar cuando se ve incapacitado para llegar al punto de reconocimiento que busca, dentro de la misma organización en la que trabaja?
González es una de las propuestas más interesantes en tiempos recientes en el cine mexicano. Si bien no se atreve completamente a mencionar el manejo y lucro de la fe por parte de las organizaciones más fuertes en nuestro país (léase, Iglesia Católica), no es necesario ya que la presencia de grupos cristianos es una constante perfectamente identificable, además de que su presencia en medios televisivos es compañía de más de algún desvelado. Mientas que cuenta con una distribución limitada pero selecta, cortesía de los buenos amigos de Cine Caníbal. Sin duda una cinta recomendable.
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