El único propósito de este texto y este podcast es el generar clicks y descargas. Si ustedes están aquí para buscar a alguien respetable y con credibilidad que respalde sus opiniones sobre si les gustó o no les gustó una película, o si son de esos que les encanta buscar opiniones ajenas para escribir 20 cuartillas sobre como dicha opinión está equivocada ya que ustedes son los que saben la verdad absoluta, pues bienvenidos también. No los discriminamos. A final de cuentas, queremos clicks y descargas en este episodio.
Para descargar el podcast sobre Star Wars: The Force Awakens (La Guerra de las Galaxias: El Despertar de la Fuerza) , da click derecho con el ratón selecciona la opción "guardar como" aquí. Para escucharlo, ahí tienes el reproductor de la columna del lado derecho así como el de la parte de abajo. Para suscribirte al podcast via iTunes, da click en este enlace. Para escucharlo o descargarlo directamente en su celular pueden hacerlo a través de Player.fm , Spreaker o incluso en Soundcloud. En caso de que quieran saber como demonios es que surge La Primera Orden como la versión reciclada de El Imperio, y qué demonios estuvo haciendo la República y por que La República tiene Rebeldes cuando se supone que hay un sistema político saludable tras la caída del Imperio, dejen su comentario después del click aquí o en Facebook. ¡Ah! Y también pueden escucharnos ahora en Stitcher y enTune In.
Ha pasado bastante tiempo desde que Disney explotó una franquicia económicamente redituable (algo así como unas semanas). Para solucionarlo decide lanzar el primero episodio de una nueva serie en donde nos cuenta que pasó después del final de la trilogía original, exprimir los bolsillos del espectador y ahuyentar de las salas de cine a quien quiera ver algo que no sea Star Wars, ya que se encuentra en el 90% de la cartelera.
Hace unos días en twiter escribía como soy parte de una generación privilegiada en la que puedo volver a ver las películas que disfruté de niño, pero con otros actores. En ese momento no había visto El Despertar de la Fuerza y me refería más a los remakes constantes de cine ochentero, sin embargo la frase conserva su mismo valor con la cinta dirigida por J.J. Abrams.
Es interesante como al ver uno de los featuretes sobre Star Wars y el proceso de producción, tanto el mismo Abrams como su esposa se refieren al director como el amo del remake o de la secuela, e incluso bromean que tras la producción de su entrega de La Guerra de las Galaxias tendrían que buscar el trabajo de alguien más para continuarlo o revivirlo. ¿Es ese el caso de esta cinta? Los fans acérrimos dirán que no. Claro, los mismos fans acérrimos disculparán cualquier falla de la obra y dirán que no la entendimos o no sabemos apreciarla. De la misma manera los haters no pararán en indicar sus errores.
De manera completamente subjetiva puedo decir que Star Wars: The Force Awakens es una cinta entretenida, narrada de una manera más que efectiva y probablemente tiene el mejor ritmo, al compararlas con sus seis antecesoras. Por cierto, les recuerdo que a partir de hoy, todas las demás cintas son precuelas, así que dejen de darse baños de exquisitez al decir que “las precuelas son malas”.
Para la realización de esta cinta tanto Disney como Abrams decidieron irse por una línea muy segura. A final de cuentas aunque es un hecho que la cinta y sus eventuales secuelas van a generar millones en taquilla, lo ideal es generar una visión positiva de la nueva generación para recuperar los cuatro mil millones de dólares de inversión lo más pronto posible. Para hacerlo es que el guión está elaborado tanto por el mismo Abrams como por Lawrence Kasdan y Michael Arndt. Uno escritor de las cintas más representativas de la trilogía original y otro ayudó a alimentar al Sinsajo franquiciatario en una de sus entregas. De la misma manera la composición musical viene de la mano de John Williams, cuyo uso de trompetas y demás instrumentos nos dio tantos temas icónicos en los ochentas. Esto complementado por el equipo de cinematógrafos y editores de confianza de Abrams y con quienes ha trabajado en Star Trek.
Pero, ¿y la película? Una cuartilla de texto y fuera de un párrafo, todo lo demás ha sido contextualización sobre lo que ocurre alrededor pero no en la cinta. La cuestión es que es necesario entender lo que ocurre alrededor para comprender el resultado final.
Al irse por la segura es que El Episodio VII toma los mejores elementos de lo que la mayoría de los fans aman sobre el universo creado de George Lucas, que si bien no es buen director, pudo crear un universo en donde entremezclaba obras más ricas y mayores para adaptarlas a sensibilidades y medios modernos. A su vez, los personajes de la saga original son rediseñados para que sean atractivos, con características de los previos. Tenemos a los desconocidos John Boyega y Daisy Ridley, interpretando a un Stromtrooper humanizado y con remordimiento de conciencia por ser soldado de “los tipos malos” y a la heredera de la estafeta con forma de sable de luz.
Rey es una mezcla entre el Jedi tradicional (todos sabemos que el Jedi principal de cada trilogía debe de venir del desierto, cual Cristo postmoderno) y Han Solo, lo cual se nota bastante al tener sus interacciones con dicho personaje. Es alguien que amamos pero más joven, más guapa, más poderosa y con muchas cintas por delante. Por su parte el personaje de Finn es algo refrescante ya que es la humanización del enemigo, lo que nos muestra que no todos son malos de malolandia y la conciencia puede existir incluso en los enemigos sin rostro, aunque en su presentación su rostro es marcado con sangre para darnos una señal nada sutil de su camino dentro de la saga.
Para contentar a los fans de hueso colorado tenemos el regreso de sus personajes favoritos. Tanto Harrison Ford como Peter Mayhew hacen las delicias de los fans al recordarnos lo bonito que fueron las cintas originales. Harrison Ford nos da una de sus mejores actuaciones en varios años, siendo en verdad el corazón de la cinta.
Una de las razones por la que la cinta funciona como entretenimiento, además de su ritmo efectivo, es por el hecho de que sus personajes principales son carismáticos y saben encarnarlos, haciendo que un producto diseñado para gustar termine convenciendo. Sin embargo mientras que la definición de Rey como el eje de la historia es bien ejecutada, es mucho más interesante el arco de desarrollo de Finn, el cual es más completo y de lo poco que se atreve a salir de las fórmulas de la saga. A su vez, es interesante la reinterpretación de “un malo en crecimiento” por parte de Adam Driver, quien nos da al niño caprichoso pero peligroso que debió ser Maniquín Skywalker, si tan solo lo hubieran escrito mejor.
Sin embargo, y a pesar de funcionar como obra de divertimento, la cinta tiene varios problemas. Los mismos son perdonables no porque en conjunto todo funcione como una cinta, sino porque los personajes son carismáticos y al caernos bien, nos es difícil reprocharles sus problemas. Mientras que a Luke Skywalker le tomó su tiempo el aprender a ser el héroe (aunque desde el principio mostraba potencial), Rey desde el principio es capaz de resolver cualquier problema y de ponerse al tú por tú, a pesar de no tener entrenamiento, con una de las figuras más temibles de la historia, e incluso superarlo. Mientras que en cintas anteriores teníamos al Imperio como la fuerza temible con los peores arquitectos e ingenieros de la galaxia, ya que dejaban expuestas fallas explotables en sus Estrellas de la Muerte, La Primera Orden repite esos mismos errores y construyen su Mata Estrellas más grande, más temible, pero igual de vulnerable al escrutinio de la lógica del guión. Está bien que quieran reciclar elementos y contarlos de manera más bonita, pero esto toma tintes absurdos. Claro, la cinta nos llena de emoción con los vuelos de naves espaciales y lo bonito que se ven los sables de luz volar, sin embargo no aguanta una revisión concienzuda sobre la historia. Cabe mencionarse que errores similares los podíamos encontrar en las cintas anteriores, pero se los perdonábamos porque fue la primera vez en que se contaba ese tipo de historia, además de que por el factor nostalgia queremos recordarlas mejor de como en realidad fueron.
Es precisamente ese factor nostalgia el que Disney busca explotar y por lo cual hay tanto detractores como fans. El fenómeno cultural que implica esta cinta es interesante debido a su explotación y si bien surgió como un producto diseñado para el sector masculino ñoñesco, ahora está rediseñado para cubrir más área y cuenta con los elementos necesarios para ser exitosa. Es una cinta que no se arriesga en casi nada (lo cual no es necesario que lo haga, y es imposible considerando que es un producto hecho por comité para satisfacer a las mayorías) y realizada de manera efectiva. Sin embargo ¿qué tan bien puede funcionar su futuro desempeño? Si bien es un hecho que ya tendremos una cinta de Star Wars al año de aquí hasta que nuestros nietos terminen la universidad, no es lo mismo John Williams que casi cuarenta años después, y así como el soundtrack (del cual su tema más memorable es la reinterpretación del tema original), la nueva cinta está bien bonita pero se siente casi plástica, cual producto desechable que tendremos que reemplazar con cada entrega nueva.
Un último comentario sobre la cinta es que a diferencia de las películas de la trilogía original, esta solo se siente como una parte de una historia más grande. Mientras que en la saga clásica se marca un objetivo que tomaría más de una cinta, al terminar cada una sentías que habías visto una historia completa, no el primer capítulo de un libro que leerías en abonos. Mientras que la búsqueda establecida al inicio de la cinta llega a una resolución, jamás se siente una satisfacción completa con la historia. Quizás son pocos los directores como Nolan que al menos en su trilogía del Caballero Nocturno, al final de cada cinta sentías que ahí podría terminar la saga y no te sentías defraudado. Aunque claro, las nuevas entregas de Star Wars están diseñadas como el universo fílmico de Marvel, para ser solo un episodio más de una saga que se explotará lo más posible.
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Ha pasado bastante tiempo desde que Disney explotó una franquicia económicamente redituable (algo así como unas semanas). Para solucionarlo decide lanzar el primero episodio de una nueva serie en donde nos cuenta que pasó después del final de la trilogía original, exprimir los bolsillos del espectador y ahuyentar de las salas de cine a quien quiera ver algo que no sea Star Wars, ya que se encuentra en el 90% de la cartelera.
Hace unos días en twiter escribía como soy parte de una generación privilegiada en la que puedo volver a ver las películas que disfruté de niño, pero con otros actores. En ese momento no había visto El Despertar de la Fuerza y me refería más a los remakes constantes de cine ochentero, sin embargo la frase conserva su mismo valor con la cinta dirigida por J.J. Abrams.
Es interesante como al ver uno de los featuretes sobre Star Wars y el proceso de producción, tanto el mismo Abrams como su esposa se refieren al director como el amo del remake o de la secuela, e incluso bromean que tras la producción de su entrega de La Guerra de las Galaxias tendrían que buscar el trabajo de alguien más para continuarlo o revivirlo. ¿Es ese el caso de esta cinta? Los fans acérrimos dirán que no. Claro, los mismos fans acérrimos disculparán cualquier falla de la obra y dirán que no la entendimos o no sabemos apreciarla. De la misma manera los haters no pararán en indicar sus errores.
De manera completamente subjetiva puedo decir que Star Wars: The Force Awakens es una cinta entretenida, narrada de una manera más que efectiva y probablemente tiene el mejor ritmo, al compararlas con sus seis antecesoras. Por cierto, les recuerdo que a partir de hoy, todas las demás cintas son precuelas, así que dejen de darse baños de exquisitez al decir que “las precuelas son malas”.
Para la realización de esta cinta tanto Disney como Abrams decidieron irse por una línea muy segura. A final de cuentas aunque es un hecho que la cinta y sus eventuales secuelas van a generar millones en taquilla, lo ideal es generar una visión positiva de la nueva generación para recuperar los cuatro mil millones de dólares de inversión lo más pronto posible. Para hacerlo es que el guión está elaborado tanto por el mismo Abrams como por Lawrence Kasdan y Michael Arndt. Uno escritor de las cintas más representativas de la trilogía original y otro ayudó a alimentar al Sinsajo franquiciatario en una de sus entregas. De la misma manera la composición musical viene de la mano de John Williams, cuyo uso de trompetas y demás instrumentos nos dio tantos temas icónicos en los ochentas. Esto complementado por el equipo de cinematógrafos y editores de confianza de Abrams y con quienes ha trabajado en Star Trek.
Pero, ¿y la película? Una cuartilla de texto y fuera de un párrafo, todo lo demás ha sido contextualización sobre lo que ocurre alrededor pero no en la cinta. La cuestión es que es necesario entender lo que ocurre alrededor para comprender el resultado final.
Al irse por la segura es que El Episodio VII toma los mejores elementos de lo que la mayoría de los fans aman sobre el universo creado de George Lucas, que si bien no es buen director, pudo crear un universo en donde entremezclaba obras más ricas y mayores para adaptarlas a sensibilidades y medios modernos. A su vez, los personajes de la saga original son rediseñados para que sean atractivos, con características de los previos. Tenemos a los desconocidos John Boyega y Daisy Ridley, interpretando a un Stromtrooper humanizado y con remordimiento de conciencia por ser soldado de “los tipos malos” y a la heredera de la estafeta con forma de sable de luz.
Rey es una mezcla entre el Jedi tradicional (todos sabemos que el Jedi principal de cada trilogía debe de venir del desierto, cual Cristo postmoderno) y Han Solo, lo cual se nota bastante al tener sus interacciones con dicho personaje. Es alguien que amamos pero más joven, más guapa, más poderosa y con muchas cintas por delante. Por su parte el personaje de Finn es algo refrescante ya que es la humanización del enemigo, lo que nos muestra que no todos son malos de malolandia y la conciencia puede existir incluso en los enemigos sin rostro, aunque en su presentación su rostro es marcado con sangre para darnos una señal nada sutil de su camino dentro de la saga.
Para contentar a los fans de hueso colorado tenemos el regreso de sus personajes favoritos. Tanto Harrison Ford como Peter Mayhew hacen las delicias de los fans al recordarnos lo bonito que fueron las cintas originales. Harrison Ford nos da una de sus mejores actuaciones en varios años, siendo en verdad el corazón de la cinta.
Una de las razones por la que la cinta funciona como entretenimiento, además de su ritmo efectivo, es por el hecho de que sus personajes principales son carismáticos y saben encarnarlos, haciendo que un producto diseñado para gustar termine convenciendo. Sin embargo mientras que la definición de Rey como el eje de la historia es bien ejecutada, es mucho más interesante el arco de desarrollo de Finn, el cual es más completo y de lo poco que se atreve a salir de las fórmulas de la saga. A su vez, es interesante la reinterpretación de “un malo en crecimiento” por parte de Adam Driver, quien nos da al niño caprichoso pero peligroso que debió ser Maniquín Skywalker, si tan solo lo hubieran escrito mejor.
Sin embargo, y a pesar de funcionar como obra de divertimento, la cinta tiene varios problemas. Los mismos son perdonables no porque en conjunto todo funcione como una cinta, sino porque los personajes son carismáticos y al caernos bien, nos es difícil reprocharles sus problemas. Mientras que a Luke Skywalker le tomó su tiempo el aprender a ser el héroe (aunque desde el principio mostraba potencial), Rey desde el principio es capaz de resolver cualquier problema y de ponerse al tú por tú, a pesar de no tener entrenamiento, con una de las figuras más temibles de la historia, e incluso superarlo. Mientras que en cintas anteriores teníamos al Imperio como la fuerza temible con los peores arquitectos e ingenieros de la galaxia, ya que dejaban expuestas fallas explotables en sus Estrellas de la Muerte, La Primera Orden repite esos mismos errores y construyen su Mata Estrellas más grande, más temible, pero igual de vulnerable al escrutinio de la lógica del guión. Está bien que quieran reciclar elementos y contarlos de manera más bonita, pero esto toma tintes absurdos. Claro, la cinta nos llena de emoción con los vuelos de naves espaciales y lo bonito que se ven los sables de luz volar, sin embargo no aguanta una revisión concienzuda sobre la historia. Cabe mencionarse que errores similares los podíamos encontrar en las cintas anteriores, pero se los perdonábamos porque fue la primera vez en que se contaba ese tipo de historia, además de que por el factor nostalgia queremos recordarlas mejor de como en realidad fueron.
Es precisamente ese factor nostalgia el que Disney busca explotar y por lo cual hay tanto detractores como fans. El fenómeno cultural que implica esta cinta es interesante debido a su explotación y si bien surgió como un producto diseñado para el sector masculino ñoñesco, ahora está rediseñado para cubrir más área y cuenta con los elementos necesarios para ser exitosa. Es una cinta que no se arriesga en casi nada (lo cual no es necesario que lo haga, y es imposible considerando que es un producto hecho por comité para satisfacer a las mayorías) y realizada de manera efectiva. Sin embargo ¿qué tan bien puede funcionar su futuro desempeño? Si bien es un hecho que ya tendremos una cinta de Star Wars al año de aquí hasta que nuestros nietos terminen la universidad, no es lo mismo John Williams que casi cuarenta años después, y así como el soundtrack (del cual su tema más memorable es la reinterpretación del tema original), la nueva cinta está bien bonita pero se siente casi plástica, cual producto desechable que tendremos que reemplazar con cada entrega nueva.
Un último comentario sobre la cinta es que a diferencia de las películas de la trilogía original, esta solo se siente como una parte de una historia más grande. Mientras que en la saga clásica se marca un objetivo que tomaría más de una cinta, al terminar cada una sentías que habías visto una historia completa, no el primer capítulo de un libro que leerías en abonos. Mientras que la búsqueda establecida al inicio de la cinta llega a una resolución, jamás se siente una satisfacción completa con la historia. Quizás son pocos los directores como Nolan que al menos en su trilogía del Caballero Nocturno, al final de cada cinta sentías que ahí podría terminar la saga y no te sentías defraudado. Aunque claro, las nuevas entregas de Star Wars están diseñadas como el universo fílmico de Marvel, para ser solo un episodio más de una saga que se explotará lo más posible.