Mariana Chenillo es de esas voces frescas en el cine nacional, y tras habernos presentado 5 Días sin Nora, es que regresa con su segunda cinta, Paraíso, en donde nos recuerda que las historias sencillas y cercanas pueden llegar a funcionar mejor que las grandes producciones.
Carmen (Daniela Rincón) es una mujer en etapa de transformación. Debido a cambios laborales de su marido Alfredo (Andrés Almeida) es que debe abandonar ese maravilloso reino mítico conocido como Ciudad Satélite y migrar hacia el terrible y caótico Distrito Federal. Al asistir a una fiesta de la compañía, se da cuenta de la frivolidad y la obsesión con la estética corporal de algunas compañeras de Alfredo, por lo que decide empezar a adelgazar, aunque para hacerlo, prácticamente obliga a su marido a solidarizarse con su causa, ya que ambos están un tanto pasados de peso. El problema empieza cuando Alfredo empieza a bajar más rápido de peso que Carmen lo que provoca que sus traumas e inseguridades femeninas se manifiesten, lo que pone en riesgo su relación.
Paraíso es una película “simpática”, con una anécdota sencilla y cercana al espectador. Las actuaciones principales son bien ejecutadas la mayoría del tiempo. Carmen es un personaje con el cual podemos empatizar los que tenemos sobrepeso y hemos querido perderlo en algún momento, aunque el hecho de que debido a sus inseguridades le surgen celos injustificados con su marido, aliena un poco al público masculino aunque seguramente las mujeres lo encontrarán justificado, como me ha constado con amigas que pudieron ver la película cuando fue mostrada en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia.
Uno de los problemas que tiene la cinta es que en varios momentos se siente forzada. El síndrome del “se esfuerza mucho por mostrar ________“ es latente en varios momentos. Cuando la cinta fue presentada en el festival, tenía la bandera de “orgullosamente sateluca” y se nota tanto que llega a cansar. Mientras que en cintas como Los Insólitos Peces Gato se nota que la historia no transcurre en el DF, no tiene que mostrarnos a La Minerva cada cinco minutos para recalcarnos que estamos en Guadalajara, cosa que es abusada en Paraíso, lo que por momentos me hizo creer que era un promocional de turismo de dicha entidad. Claro, es parte de la trama el mostrar el choque en el cambio de entornos que padece Carmen, al comparar la incivilidad defeña con la tranquilidad de un mejor lugar, pero le hubiese ayudado un poco de sutilidad.
En la misma línea, el problema de celos que es uno de los conflictos principales dentro de la película no se justifica del todo. Claro, los personajes no pueden ver lo que el espectador, por lo que no poseen toda la información de la trama, pero se logra una mayor empatía por el personaje de Alfredo, quien todo el tiempo quiere, apoya y aguanta los problemas de su mujer, incluyendo su deseo de dejarlo cuando todo el drama de engaños ocurre dentro de la cabeza de Carmen más que en la realidad de la historia. O quizás es que tengo las hormonas equivocadas para entender y comprender ese tipo de planteamientos.
A pesar de esos detalles, Paraíso se encuentra como una película disfrutable. Tristemente es una obra mucho menor a Cinco Días sin Nora, lo cual me crea un poco de conflicto, ya que uno esperaría que se mantuviera la misma calidad narrativa y el humor que la volvió una cinta tan memorable. Afortunadamente personajes secundarios como el interpretado por Luis Gerardo Méndez traen respiros a la historia para hacerla más digerible y hacen quesea mucho mejor opción que ver polígonos voladores con forma de robots transformables.
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