El mundo actual se caracteriza por una mayor
soledad, o quizás es más fácil percatarse de ella. Mientras que con las
herramientas tecnológicas que tenemos es más fácil mantener contacto o
acercarnos a personas que pueden estar del otro lado del mundo, en nuestros
entornos cercanos podemos tender más al aislamiento. No es sino hasta que tenemos que salir de
nuestra zona de confort que buscamos a los demás.
Claudia (interpretada por Ximena Ayala) trabaja
de demostradora en una tienda de autoservicio. Un día empieza a sentirse mal y
un dolor la agobia al punto de que debe ir al hospital. Mientras es
diagnosticada y espera el tratamiento indicado es que conoce a Martha (Lisa
Owen) así como al resto de su colorida
familia. Claudia es operada y mientras sale del hospital, después de su
recuperación, es alcanzada por Martha, quien también va saliendo y la invita a
comer. A partir de este momento se forma un vínculo que se explica fácilmente
por el tagline de la cinta: "adopta una familia".
Una de las cosas que odio en general del
"cine festivalero artístico mexicano" es el hecho de que el enfoque
en la mayoría de las cintas tiende al drama sufridor. Claro, en México tenemos
una enorme tradición en ese manejo de temáticas, así como en la idolatración
del complejo de mártir. Hay casos donde este tipo de manejos es muy bien
llevado (Heli, Miss Bala, por mencionar ejemplos recientes) sin embargo hay un
punto en el que parece que el 90% de las películas salidas de egresados del
CUEC o del CCC deben tener este manejo, lo que me hace creer que el problema es
en las instituciones y no los alumnos. Los Insólitos Peces Gato trata de temas
como la soledad en el caso de Claudia o la confrontación con una enfermedad
desgastante en el caso de la familia de Martha sin embargo en ningún momento
cae en el sentimentalismo barato o en el planteamiento de Demóstenes (el de Don
Gato) del "sufro, sufro, sufro".
La soledad no es algo que solamente ocurre en el
Distrito Federal ni es un problema que
confrontan solo las clases socioeconómicas que ya tienen cubiertas sus
necesidades más básicas. Claudia vive (o sobrevive) en Guadalajara y es
precisamente su integración casi involuntaria con la familia lo que hace que la
historia sea atractiva. Sin padres ni hermanos, está acostumbrada a tener su
espacio en el que detalles tan sencillos como el comer los Froot Loops morados
antes que todos los demás son parte de un ritual de acompañamiento, al menos
dentro de la rutina. Cuando entra en la casa de Martha, es como si fuera otro
mundo. La acción se desarrolla por todos lados y es un hábil manejo de la
fotografía por Agnés Godard quien nos muestra todo el entorno en uno de los
mejores planos secuencia del cine mexicano en años recientes. La acción no necesita
explosiones o balazos para ser dinámica. La cámara nos muestra el cómo trabaja
esta más que funcional familia mientras que la madre prepara la comida, un hijo
se prepara para lavar la ropa, otra hija acomoda platos y así sucesivamente. En
una secuencia nos acercamos a las personalidades y funciones de los integrantes
de esta casa a la que es invitada Claudia.
Los pequeños momentos son los más emotivos y son
los que a su vez ilustran de manera memorable a los personajes, volviéndolos
humanos y cercanos para el espectador. Cuando Martha está convaleciente en su
primera escena en el hospital, su hijo le pinta una carita feliz en sus dedos.
Cuando Claudia voltea a la cama de al lado y conoce a Martha, esta le sonríe al
mostrarle ese dibujo. Momentos como este producen sonrisas en el espectador, y
cuando tenemos revelaciones más fuertes en los personajes que van desde
conflictos amorosos hasta terribles problemas de inseguridad. Todos los
personajes tienen un balance peculiar en el que si bien no los llegamos a
conocer completamente, no lo necesitamos, ya que al final son matices que
enriquecen esta historia familiar.
Algunos la han comparado con Little Miss
Sunshine alegando que el poster de ambas cintas es muy similar. Aunque a
primera vista se puede confundir, me parece una forma un poco de criticar la
cinta como si esta estuviera buscando colgarse de la fama de la anterior.
Además, van más de seis años desde el estreno de la Señorita Sunshine. ¿En
serio hay un bloqueo del uso de colores o elementos entre películas? Si así
fuera, ninguna película debería usar autos en sus posters, a menos que sea una
secuela de los Rápidos y Furiosos.
Mientras que no ganó el reconocimiento como
mejor largometraje de ficción en el pasado FICM, la cinta ha cosechado reconocimientos
a nivel internacional y se exhibe como parte de la Muestra de la Cineteca.
Esperamos su estreno comercial en Enero y cuando la vean en cartelera, no duden
y entren a la función. Probablemente la mejor cinta mexicana que he visto este
año, o al menos la más emotiva.
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