Much ado about nothing

¿Qué es lo que hace Joss Whedon en sus ratos libres? ¡Cine! Y para demostrarlo está su más reciente cinta, Much Ado About Nothing (Mucho ruido y pocas nueces) la cual hizo casi casi en un coffe break. ¿Quieren saber qué tal está la cinta? ¡Escuchen el podcast! O bueno, lean el texto a continuación. .


 
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Joss Whedon logró reconocimiento gracias a su trabajo televisivo, alcanzó respeto gracias a su trabajo con el Dr. Horrible en internet y finalmente alcanzó fama y fortuna gracias al tremendo trancazo que implicó el éxito de la cinta de Los Vengadores. ¿Qué es lo que puede hacer un director que alcanza la cima comercial después de esto? Hacer una cinta pequeña de dos pesos, desde luego.

Mientras estaba el proceso de la post producción de la cinta de los tipos en mallitas es que Joss decidió tomarse un par de semanas y en doce días hacer una película de corte más personal, grabándola literalmente en su casa y con sus amigos. Para hacerlo es que decide buscarse un colaborador desconocido como un tal William Shakespeare y juntos es que adaptan la obra  del primero a tiempos modernos pero manteniendo la belleza de los diálogos originales en esta comedia clásica con dos parejas de enamorados en la que hay intriga, romance y absurdos disfrutables.

Dentro del terreno de las relaciones tenemos a Claudio (Fran Kranz) quien busca el amor de la joven Hero (Jillian Morgese) por lo cual busca la ayuda de sus amigos para lograr el favor de la damisela. Cuando finalmente se logra concertar la reunión y se busca la feliz boda de esta pareja es que se traman planes para juntar a otros dos personajes quienes juran y perjuran no creer en el amor y menos en sentirlo en carne propia. Benedick (un genial Alexis Denisof) y Beatrice (la adorable Amy Acker) son  manipulados para hacerse creer que ambos se quieren y que el desinterés que tienen no es sino una fachada que oculta su sentir. Gracias a este juego es que la relación amor-odio que se tienen da momentos divertidos hasta que el conflicto serio surge debido a un interés macabro que busca arruinar el próximo matrimonio de Claudio y Hero.





Mucho ruido y pocas nueces  es un proyecto pequeño y más personal que da muestra de como una cinta no necesariamente debe ser pequeña en base a su presupuesto. Mientras que en nuestro país  abunda el número de pseudo realizadores que se quejan de como papá gobierno no les da becas ni patrocinios para que hagan sus películas grabadas en una casa con actores que no son actores y que están destinadas a recorrer el círculo festivalero ya que el público en general no tiene interés en ver sus dramas baratos (literalmente) que se basan más en el choque truculento o la supuesta plástica, Whedon demuestra de manera muy sencilla como se pueden utilizar elementos similares para dar resultados muy distintos.

Esta obra se ha empezado a exhibir en festivales y foros y después tendrá un lanzamiento a cartelera regular limitado. Está hecha en un tiempo limitado, con una sola locación y poco presupuesto, ya que el mismo director confiesa que le hubiese encantado tener presupuesto para rentar un Steady Cam, cosa que no logró. El guión está basado en una obra clásica libre de derechos y los actores son todos amigos y colaboradores de Whedon. La enorme diferencia está en que son actores hechos y derechos y dominan el diálogo shakespereano y no se limitan a “salir a cuadro siendo ellos mismos”.  La dirección es increíblemente efectiva y extrae de los actores momentos enormes como las secuencias en que Beatriz y Benedick (cada quien por su lado) descubren veladamente como tienen intereses amorosos entre sí de boca de quienes quieren verlos juntos como pareja. Un humor casi de caricatura que es muy bien llevado a cabo gracias al director, el trabajo de cámara y desde luego a las excelentes actuaciones.
 



Recuerdo que al terminar de ver la cinta salí más que satisfecho de la sala de la Cineteca, donde se proyectaba como parte del Foro de la misma. Hacía mucho que no veía una cinta que me tuviese sonriendo y riendo durante casi toda la duración de la misma. El señor Shakespeare se nota que tiene futuro si sigue escribiendo ya que sus diálogos son increíblemente sabrosos y las interpretaciones de los mismos no se quedan atrás. Esta adaptación en tiempos modernos en donde el diálogo nos lleva gran parte de la historia es divertida a pesar de que las palabras y expresiones suenen fuera de lugar, o mejor dicho, fuera de tiempo. Esto se olvida gracias al ingenio del texto y a su traslación, lograda por el señor Avenger.

A final de cuentas, si tienen oportunidad de ver esta cinta, háganlo, no se arrepentirán. Claro, es una película a blanco y negro, hecha con poco presupuesto y tiene los mismos elementos que gran cantidad de cintas olvidables mexicanas. La diferencia es la ejecución, especialmente en estos tiempos en que parece que si no eres un blockbuster veraniego no existes. Mientras que tenemos a los efectos especiales y las explosiones apoderándose de la taquilla es que en estas obras pequeñas se logra apreciar otro de los elementos que hacen del cine un arte, y es el talento humano que traslada las historias a la gran pantalla, porque al final, no todo en la vida es espectáculo, también tenemos lo disfrutable.

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