Django Unchained

Por misterios del destino, jamás edité ni publiqué el podcast correspondiente a esta crítica, publicada originalmente el 30 de Enero de 2013. Para los completistas, lista la versión en audio de la misma a continuación. 

Quentin Tarantino regresa con su estilo característico pero ahora con una historia más relacionada con una de sus influencias más directas: el spaghetti western. ¿Son justificadas las quejas que ha habido por miembros de la comunidad afroamericana en contra de la película? Eso no lo veremos a continuación, pero mejor podemos hablar de la película.

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Es un periodo hermoso en la historia estadunidense en el que el crecimiento avanza de manera impresionante, particularmente en las plantaciones del sur. ¿Qué importa si gente de color debe de pagar el costo de tal desarrollo? A final de cuentas es algo legal. Desafortunadamente el Dr. King Schultz (interpretado por el genial Christoph Waltz) necesita ayuda para poder continuar con su trabajo como caza-recompensas-dentista y solo una persona tiene la información que requiere para atrapar a su última presa: Django (interpretado por Jamie Foxx). Desafortunadamente la situación laboral de Django implica el estar apresado y trabajar de manera forzada, por lo que el buen Dr. Schultz tendrá que hacer lo que sea necesario para que el título de la película se cumpla, cobrar su recompensa y ¿por qué no? Ayudar al ex esclavo a reencontrarse con el amor de su vida.

La cinta de Django tuvo cierto reconocimiento mediático en su salida aunque no por las mejores razones. Una entrevista en la que Tarantino se muestra molesto ante la insistencia del entrevistador en relacionar la violencia real con las cintas con ese manejo por un lado y el rechazo de Spike Lee a ver una cinta “así de ofensiva”, cosa peculiar considerando que reconocidos actores afroamericanos participaron en la realización y no se sintieron tan agraviados como alguien que no la ha visto. Curiosamente se puede decir que el manejo y tratamiento que da el director a la historia ha sido uno de los mejores que ha tenido la temática de la esclavitud.

Dentro del estilo característico de Tarantino hay que entender también la forma en que puede llegar a deconstruir los elementos de las obras a las que rinde tributo para dar otra perspectiva.  Como bien menciona Diezmartínez en su crítica sobre la cinta, se retoman elementos de cintas como Locuras en el Oeste o la original de Django (quien no recalcaba si tenía o no cadenas) hasta la aplicación de motivos que pueden considerarse como crítica o burla inclusive, como el comentario sobre el manejo de las imprácticas máscaras pre KKK en una redada organizada por las justas fuerzas del sur, digo, por Los Reguladores.

Una de las cintas más representativas ambientadas en esa época es Lo que el viento se llevó. Gareth Higgins, del podcast de The Film Talk, comenta sobre como en una de las escenas finales, en dónde tenemos a nuestro personaje principal masacrando a gente a diestra y siniestra, puede considerarse como el asesinato no de los personajes sino e los estereotipos que representan dentro de la idiosincrasia estadounidense y reflejados precisamente en la cinta de Víctor Fleming, George Cukor y Sam Wood. Es algo similar a la aparición de Adolfo Hitler en Bastardos sin Gloria ya que después de ver el manejo del personaje, es difícil verlo con los mismos ojos en otras cintas.




Probablemente el enojo de gente como Spike Lee contra Tarantino se deba a que el segundo logró hacer una mejor cinta en donde se trate el tema de la esclavitud de lo que Lee podría hacer en toda su vida y a su vez refleja ese peculiar racismo anti racista con el que cuenta la comunidad afroamericana en Estados Unidos. De manera simplista parece que nadie puede tocar temas negros si no es negro, cosa que ha terminado incluso con la distribución y venta de las figuras de acción inspiradas en la cinta de Django. El absurdo llegó a su cúspide cuando Najee Ali (director del grupo de derechos civiles de Los Ángeles, Project Islamic Hope) decía que dichos juguetes enaltecían la esclavitud en Estados Unidos, lo que fue “el holocausto negro”  y que si tuvieran sentido común, jamás se hubiesen lanzado dichas figuras. Después de todo, no se atrevieron a sacar juguetes inspirados en figuras de la Alemania Nazi porque herirían la susceptibilidad de la comunidad judía. Oh, cierto, probablemente Najee jamás vio las figuras inspiradas en Bastardos Sin Gloria.

Volviendo a la cinta, se puede decir que en ella tenemos contacto con lo mejor y lo peor (o más excesivo) que puede ofrecernos Tarantino en pantalla. Un manejo de ritmo ágil, diálogos entretenidos y una narrativa depurada son latentes en la primera mitad de la cinta, cosa que empieza a desaparecer en la segunda mitad cuando el ritmo se vuelve más pausado.  El recorrido del héroe, antes esclavo, se frena un poco, lo que parece exasperar incluso al personaje principal, quien trata de controlarse ante las provocaciones que pueda encontrar. Al final las alegres ironías de tener a un pseudo dentista infiltrándose en Candyland se pierden cuando los excesos toman lugar para la segunda mitad de la cinta. Curiosamente Tarantino se justifica en cierta medida en una escena en la que vemos como unos perros destrozan a un hombre. El doctor se incomoda ante tal hecho. Django dice que su compañero no está acostumbrado a ver cosas de ese tipo, pero él está más acostumbrado al modo de actuar de los estadounidenses.  Al final del día no es una buena estructura narrativa lo que lleva  a la gente al cine. ¿Explosiones, balaceras, y violencia?  Si vemos los números de la trilogía de Transformers vemos un indicador bastante claro.

Gracias a las recientes balaceras en escuelas de Estados Unidos es que se ha buscado responsables y el blanco fácil es el cine o otros medios. En entrevista con Krishnan Guru-Murthy el director se mostraba molesto ante algunas de las preguntas de Guru-Murthy con respecto a la violencia mediática y su posible influencia en la vida real. Parece que hay gente (especialmente este tipo de “reporteros” que no pueden reconocer la diferencia entre la violencia real y la ficticia. La violencia que vemos en el cine de Tarantino cae en la exageración y en ningún momento busca elevarla. Simplemente son elementos que sirven para el tipo de historias que le gusta contar, que nada tiene que ver con la realidad que a uno le puede gustar ver.




Un aspecto que pocos han mencionado sobre Django Sin Cadenas es el hecho de que es la primer cinta de Tarantino que no es editada por Sally Menke, quien desafortunadamente falleció el año pasado. El cambio se siente y se conjunta con el hecho de que el director se permitió cierto grado de improvisación (sobre todo en el manejo de cámara) para esta película. El estilo de Fred Raskin, quien ya ha colaborado con Tarantino como asistente en la edición de Kill Bill aunque es más conocido por su colaboración en cintas de Fast & The Furious, aporta dinamismo en la primera parte de la cinta. Mientras que Sally Menke dejaba “respirar” muchas veces las tomas, al evitar cortes y dejar que los la escena mostrara sus elementos sin tanta prisa, Raskin tiende a hacer lo contrario. Desafortunadamente su estilo en ocasiones se siente forzado, particularmente para la segunda mitad, haciendo que ciertos detalles se noten como errores. Cortar de una toma abierta a una reacción hueca en una toma cerrada con un close up de un personaje no aporta nada y se siente como si se hubiera utilizado porque no había otra forma de solucionar el cambio de cortes.

Dentro de la misma línea de la post producción, me molestó un poco la corrección de color en varias secuencias, haciendo que los flashbacks se sintieran realizados con la ayuda de Instagram en lugar de con una herramienta propia. La exageración de tonos en momentos breves se siente innecesaria y ensucia la fotografía de Robert Richardson. Quizás es un problema en mi percepción porque el mismo día que vi Django vi Lincoln, en donde la fotografía de Janusz Kaminski es simplemente impecable aunque Richardson no es un improvisado y su trabajo se aprecia mucho mejor en sus colaboraciones con Scorsese.

A final de cuentas, Django es una cinta disfrutable para quienes gustan del cine de Tarantino, quien curiosamente ahora cuenta con una cantidad de detractores muy ruidosos que menosprecian cualquier cosa que hace el director simplemente por ser de él, aunque lo alababan en sus primeras cintas.  Si gozan del cine en donde los diálogos son ingeniosos, hay explosiones y balaceras bien secuenciadas, esta cinta no los defraudará. Si son de los que sienten heridas sus susceptibilidades por palabras como “negro” (nigger) o porque un chico blanco haga mejor cine sobre negros que los de su misma raza, absténganse y vean algo de Spike, digo, Spielberg.

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