En esta ocasión y para aprovechar las fechas cuasinavideñas tenemos el trailer (falso) de la secuela de la saga de Mi Pobre Angelito. El tiempo ha pasado pero el adorable niño que conocimos hace algunos años no puede olvidar lo que ocurrió en esa ocasión en que se quedó solo en casa...
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21 de diciembre de 2012
Viernes de Videos: Mi pobre angelito (La Venganza)
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Dan Campos
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viernes, diciembre 21, 2012
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18 de diciembre de 2012
El Hobbit
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Dan Campos
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martes, diciembre 18, 2012
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Después de una larga espera, problemas de producción, cambios en el equipo creativo y un controversial lanzamiento en distintos formatos en el cine, es que llega a nuestras carteleras El Hobbit, primera de tres partes basadas en la obra de Tolkien en la que su universo, dirigido por Peter Jackson, retorna a la pantalla grande. ¿Es una de esas precuelas innecesarias o en realidad vale la pena conocer la historia que ocurre antes de la trilogía que posicionó a Jackson como uno de los realizadores más importantes en el medio?
Para descargar el podcast, click derecho con el ratón en este enlace y seleccionar la opción "guardar como". Para escucharlo, ahí tienes el reproductor de la columna del lado derecho así como el de la parte de abajo. Para suscribirte al podcast via iTunes, da click en este enlace. En caso de que quieran invitarme a viajar a Nueva Zelanda, digo, a la Tierra Media, dejen su invitación después del click, o en Facebook.
Bilbo Baggins (Margin Freeman) es el Hobbit que da nombre a la película en la cual más de una decena de enanos liderados por el otrora heredero al trono Thorin Oakenshield (Richard Armitage) y guiados por Gandalf el Gris (Ian McKellen) buscan recuperar el perdido reino de Erebor, del cual la comunidad de “gente pequeña” fue expulsada cuando el temible dragón Smaug tomó posesión del lugar y de sus tesoros. En su recorrido tendrán que confrontar orcos, duendes, monstruos y demás, además de caminar, caminar, y caminar, todo para disfrutar de la espectacular vista que ofrece el recorrer la tierra media.
El camino para la realización de El Hobbit fue tortuoso pero al final rindió su primer fruto. Mientras que Peter Jackson deseaba estar involucrado en el proyecto pero no dirigiéndolo, se empezó a hacer la preproducción y adaptación, siendo esta encabezada por Guillermo del Toro. La versión oficial indicaba que la salida del mexicano del proyecto venía de la mano del hecho que la preproducción estaba tomando mucho más tiempo del esperado, lo cual evitaría que pudiese dirigir otros proyectos. Al final se despide del mismo y se encamina a mostrarnos robots y monstruos gigantes. Para no dejar volando el tiempo y dinero invertido, Jackson toma las riendas del proyecto el cual pasó de ser una cinta dividida en dos partes enfocada en el libro a ser una trilogía de precuelas a la saga original de El Señor de los Anillos.
Las expectativas del proyecto han sido muchas, en parte porque hay quienes cuestionan la necesidad de su realización y en parte por el avance técnico que significa, el cual también es cuestionado. Ha pasado más de una década desde que salió la primera cinta enfocada en los libros de Tolkien y aunque al ver uno las escenas en la comarca se siente como regresar a casa, la forma en que se nos muestra ha mejorado.
El Hobbit funciona como adaptación cinematográfica por dos razones principalmente. La primera es la actuación que nos brinda Martin Freeman como Bilbo Bolsón haciendo que el personaje se vuelva entrañable a pesar de ser reticente en tomar parte activa de la aventura inesperada que se plantea en el título de esta primera entrega. Con tan solo pocos segundos en pantalla es capaz de lograr empatía con el espectador y su desarrollo durante la historia lo vuelve parte cada vez más activa demostrando el porqué es indispensable y no solo a los ojos de Gandalf.
La segunda razón principal que hacen de la primera entrega de El Hobbit una adaptación eficiente es el hecho que retoma elementos establecidos por el autor fuera de la obra (pero incluidos en la saga del Señor de los Anillos) y los integra para que corran de manera orgánica dentro de la historia. Personajes o momentos que solo son referenciados en la obra original son ilustrados por el director ayudando a construir un universo más grande al planteado en las cintas anteriores. La inclusión de Radagast el Café (Sylvester McCoy) ayuda para mostrarnos que los grandes magos de la tierra media no tienen por qué ser solamente blancos o percudidos, sino que también coloridos y locuaces.
Es debido a la expansión de la historia original que tenemos una película de casi tres horas que es tan solo la primera parte de tres entregas que fueron basadas en un libro más corto que El Señor de los Anillos. Recuerdo haber leído que después de la publicación de las tres partes que conforman la obra, Tolkien quiso hacer una revisión a el Hobbit para que estuviera más en tono con el resto de la obra. Curiosamente pasó lo que siempre ocurre cuando los fans de una mitología se enteran que el autor quiere alterar una obra ya mostrada y hubo quejas ya que los cambios no respetaban el original, aun cuando dichos cambios fueran planteados por el mismo creador. En cierta medida es Jackson quien en el Hobbit retoma ese deseo inconcluso del escritor, expandiendo y plasmando el mismo estilo visual que le dio a la trilogía a esta obra para que se sienta como parte integral de una historia más grande.
Curiosamente gracias a las adaptaciones a otros medios de obras escritas es que algunos autores se han dado a la tarea de corregir (sic) elementos que cuando expanden su historia no resultaron como esperaban. El mismo George R.R. Martin se ha dado el lujo de reescribir detalles en episodios de la serie de Game of Thrones, los cuales son distintos a las mismas novelas que él creo y lo mismo ocurre con Robert Kirkman y la serie televisiva basada en su comic de The Walking Dead. Quienes estamos familiarizados con el original y la adaptación podemos notar los cambios y en buena parte se entiende como una evolución interesante, aunque desafortunadamente los fans de hueso colorado tienden a negarse de manera reticente a cualquier modificación ya que la obra “les pertenece más a ellos” que al mismo autor. Pregúntenle a los fans de la saga de Star Wars.
Una queja peculiar con la cinta viene en el detalle técnico de haber sido filmada en High Frame Rate, a 48 cuadros por segundo, el doble del tradicional 24 por segundo. Los comentarios son variados y mientras hay quienes muestran su encanto con la cantidad de detalle que se muestra, por otro lado tenemos a los que los aborrecieron y consideran que dicha calidad hace que el cine pierda su magia y encanto. La realidad es que cualquier cambio implica una falta de aceptación generalizada sin importar la ventaja que pueda presentar. La calidad de imagen, gama de color, profundidad y otros detalles siguen siendo mayores en lo filmado, pero las cámaras tradicionales tienen ciertas limitaciones debido a los componentes mecánicos que utilizan. Al utilizar tecnología digital se puede prescindir de dichas limitantes a pesar de que se presenten otras que con el paso del tiempo podrán ser limitadas. Al mismo tiempo, la queja parece ser exagerada si consideramos que la película está siendo exhibida en varios formatos, haciendo que los tradicionalistas puedan verla “a la antigüita” con todo y rayones en la copia en celuloide cuando ha sido utilizada varias ocasiones y la posibilidad de quemado de la cinta que se presenta siempre que hay un proyeccionista descuidado, y los que prefieren experimentar con nuevas tecnologías puedan apreciar una copia pristina exhibida en IMAX, en 3D o en HFR.
¿Alguna vez han visto una película proyectada en una pantalla de televisión y sienten que la imagen se ve rara? Diferente a la del cine. “Videosa” dirían algunos. Ese es el efecto que los detractores del HFR denotan como el mayor defecto del recurso visual. Las causas son distintas, ya que mientras que en las televisiones la imagen se repite, en el caso de lo grabado por Jackson uno tiene más información. Los 48 cuadros no son 24 cuadros duplicados sino 48 cuadros distintos que ayudan a dar una mejor calidad y fluidez visual. El problema que presenta es que como su uso no está plenamente masterizado, hay detalles que pueden ser pulidos. Las secuencias con trabajo de animación y composición, las escenas panorámicas y las que tienen tonos obscuros lucen hermosas y con gran detalle en la pantalla grande. Curiosamente, es el patrón que en las primeras cintas animadas en 3D como Final Fantasy se presentaba como lo mejor logrado. En televisión, el maquillaje y la iluminación tuvieron que cambiar con la transición a la alta definición y a su vez se necesitan ciertos ajustes para lograr que una mayor cantidad de cuadros luzca plenamente en pantalla. Quienes se quejan que con el cambio en vez de ver a un magnífico mago como Gandalf ahora ven a un viejito con barba postiza y bastón de plástico son seguramente los mismos que se quejan que en una secuencia en una conversación con dos personas con copas de vino, entre corte y corte de toma el contenido de las copas varía sin respetar continuidad. Esos son detalles que pasan a segundo o último término cuando la narrativa se lleva correctamente. ¿Importa tanto las pelucas y barbas postizas cuando tienes una escena poderosa y atractiva como cuando se junta el concilio blanco con actores como McKellen, Hugo Weaving, Cate Blanchett y Christopher Lee? Quien se fija en esos detalles cuando el diálogo, las interacciones, la riqueza visual y la importancia de la escena están en un punto más preponderante definitivamente solo va al cine no para ver una película, sino para perder el bosque por contemplar un árbol.
Quizás mi única queja sobre el manejo del HFR se deba a que su aplicación usualmente implica duplicar la cantidad tradicional de cuadros utilizados. De 24 pasamos a 48 o de 30 a 60. ¿Alguna vez han visto una película clásica de principios del siglo pasado? Probablemente hayan notado que el movimiento se nota rápido y cortado, en comparación al cine contemporáneo. Esto se debe a que originalmente se filmaba a 16 cuadros por segundo, o 15 o 17, dependiendo de la velocidad y ritmo de la mano del camarógrafo y del proyeccionista. Con la llegada del sonido se estandarizó a 24 cuadros por segundo para que corriera a las mismas revoluciones que la pista de audio y actualmente se quiere duplicar dicha tasa de velocidad. Quizás un equilibrio entre los 24 y 60 cuadros ayude a resolver el detalle en que el ojo recibe “demasiada información” pero es algo que se irá mejorando con el tiempo. Quienes se quejan amargamente y dicen que el cine es y deberá de ser siempre a 24 cuadros por segundo, permítanme recordarles que si somos en realidad tradicionalistas, el cine debería de verse en dos dimensiones, a blanco y negro, sin sonido y a una velocidad de 16 cuadros por segundo, y con pianola, no podemos olvidar la pianola.
Al final del día, las personas que disfrutaron la entrega original de El Señor de los Anillos van a disfrutar la expansión del universo con la saga del Hobbit. La obra se muestra como la visión plena de Peter Jackson y se nota su pasión por el texto original. Se puede decir que es la versión extendida que vendrá en el BD pero estrenada directamente en cine, con todo lo que eso implica, ya que quienes aman checar el detalle (a veces nada más por joder) notarán la utilería, y quienes disfrutaron los escritos podrán disfrutar el cómo cobran vida elementos que solo aparecían como menciones o apéndices. Si disfrutaron las versiones extendidas de El Señor de los Anillos, seguro disfrutarán el Hobbit, si no, ni se acerquen.
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Bilbo Baggins (Margin Freeman) es el Hobbit que da nombre a la película en la cual más de una decena de enanos liderados por el otrora heredero al trono Thorin Oakenshield (Richard Armitage) y guiados por Gandalf el Gris (Ian McKellen) buscan recuperar el perdido reino de Erebor, del cual la comunidad de “gente pequeña” fue expulsada cuando el temible dragón Smaug tomó posesión del lugar y de sus tesoros. En su recorrido tendrán que confrontar orcos, duendes, monstruos y demás, además de caminar, caminar, y caminar, todo para disfrutar de la espectacular vista que ofrece el recorrer la tierra media.
El camino para la realización de El Hobbit fue tortuoso pero al final rindió su primer fruto. Mientras que Peter Jackson deseaba estar involucrado en el proyecto pero no dirigiéndolo, se empezó a hacer la preproducción y adaptación, siendo esta encabezada por Guillermo del Toro. La versión oficial indicaba que la salida del mexicano del proyecto venía de la mano del hecho que la preproducción estaba tomando mucho más tiempo del esperado, lo cual evitaría que pudiese dirigir otros proyectos. Al final se despide del mismo y se encamina a mostrarnos robots y monstruos gigantes. Para no dejar volando el tiempo y dinero invertido, Jackson toma las riendas del proyecto el cual pasó de ser una cinta dividida en dos partes enfocada en el libro a ser una trilogía de precuelas a la saga original de El Señor de los Anillos.
Las expectativas del proyecto han sido muchas, en parte porque hay quienes cuestionan la necesidad de su realización y en parte por el avance técnico que significa, el cual también es cuestionado. Ha pasado más de una década desde que salió la primera cinta enfocada en los libros de Tolkien y aunque al ver uno las escenas en la comarca se siente como regresar a casa, la forma en que se nos muestra ha mejorado.
El Hobbit funciona como adaptación cinematográfica por dos razones principalmente. La primera es la actuación que nos brinda Martin Freeman como Bilbo Bolsón haciendo que el personaje se vuelva entrañable a pesar de ser reticente en tomar parte activa de la aventura inesperada que se plantea en el título de esta primera entrega. Con tan solo pocos segundos en pantalla es capaz de lograr empatía con el espectador y su desarrollo durante la historia lo vuelve parte cada vez más activa demostrando el porqué es indispensable y no solo a los ojos de Gandalf.
La segunda razón principal que hacen de la primera entrega de El Hobbit una adaptación eficiente es el hecho que retoma elementos establecidos por el autor fuera de la obra (pero incluidos en la saga del Señor de los Anillos) y los integra para que corran de manera orgánica dentro de la historia. Personajes o momentos que solo son referenciados en la obra original son ilustrados por el director ayudando a construir un universo más grande al planteado en las cintas anteriores. La inclusión de Radagast el Café (Sylvester McCoy) ayuda para mostrarnos que los grandes magos de la tierra media no tienen por qué ser solamente blancos o percudidos, sino que también coloridos y locuaces.
Es debido a la expansión de la historia original que tenemos una película de casi tres horas que es tan solo la primera parte de tres entregas que fueron basadas en un libro más corto que El Señor de los Anillos. Recuerdo haber leído que después de la publicación de las tres partes que conforman la obra, Tolkien quiso hacer una revisión a el Hobbit para que estuviera más en tono con el resto de la obra. Curiosamente pasó lo que siempre ocurre cuando los fans de una mitología se enteran que el autor quiere alterar una obra ya mostrada y hubo quejas ya que los cambios no respetaban el original, aun cuando dichos cambios fueran planteados por el mismo creador. En cierta medida es Jackson quien en el Hobbit retoma ese deseo inconcluso del escritor, expandiendo y plasmando el mismo estilo visual que le dio a la trilogía a esta obra para que se sienta como parte integral de una historia más grande.
Curiosamente gracias a las adaptaciones a otros medios de obras escritas es que algunos autores se han dado a la tarea de corregir (sic) elementos que cuando expanden su historia no resultaron como esperaban. El mismo George R.R. Martin se ha dado el lujo de reescribir detalles en episodios de la serie de Game of Thrones, los cuales son distintos a las mismas novelas que él creo y lo mismo ocurre con Robert Kirkman y la serie televisiva basada en su comic de The Walking Dead. Quienes estamos familiarizados con el original y la adaptación podemos notar los cambios y en buena parte se entiende como una evolución interesante, aunque desafortunadamente los fans de hueso colorado tienden a negarse de manera reticente a cualquier modificación ya que la obra “les pertenece más a ellos” que al mismo autor. Pregúntenle a los fans de la saga de Star Wars.
Una queja peculiar con la cinta viene en el detalle técnico de haber sido filmada en High Frame Rate, a 48 cuadros por segundo, el doble del tradicional 24 por segundo. Los comentarios son variados y mientras hay quienes muestran su encanto con la cantidad de detalle que se muestra, por otro lado tenemos a los que los aborrecieron y consideran que dicha calidad hace que el cine pierda su magia y encanto. La realidad es que cualquier cambio implica una falta de aceptación generalizada sin importar la ventaja que pueda presentar. La calidad de imagen, gama de color, profundidad y otros detalles siguen siendo mayores en lo filmado, pero las cámaras tradicionales tienen ciertas limitaciones debido a los componentes mecánicos que utilizan. Al utilizar tecnología digital se puede prescindir de dichas limitantes a pesar de que se presenten otras que con el paso del tiempo podrán ser limitadas. Al mismo tiempo, la queja parece ser exagerada si consideramos que la película está siendo exhibida en varios formatos, haciendo que los tradicionalistas puedan verla “a la antigüita” con todo y rayones en la copia en celuloide cuando ha sido utilizada varias ocasiones y la posibilidad de quemado de la cinta que se presenta siempre que hay un proyeccionista descuidado, y los que prefieren experimentar con nuevas tecnologías puedan apreciar una copia pristina exhibida en IMAX, en 3D o en HFR.
¿Alguna vez han visto una película proyectada en una pantalla de televisión y sienten que la imagen se ve rara? Diferente a la del cine. “Videosa” dirían algunos. Ese es el efecto que los detractores del HFR denotan como el mayor defecto del recurso visual. Las causas son distintas, ya que mientras que en las televisiones la imagen se repite, en el caso de lo grabado por Jackson uno tiene más información. Los 48 cuadros no son 24 cuadros duplicados sino 48 cuadros distintos que ayudan a dar una mejor calidad y fluidez visual. El problema que presenta es que como su uso no está plenamente masterizado, hay detalles que pueden ser pulidos. Las secuencias con trabajo de animación y composición, las escenas panorámicas y las que tienen tonos obscuros lucen hermosas y con gran detalle en la pantalla grande. Curiosamente, es el patrón que en las primeras cintas animadas en 3D como Final Fantasy se presentaba como lo mejor logrado. En televisión, el maquillaje y la iluminación tuvieron que cambiar con la transición a la alta definición y a su vez se necesitan ciertos ajustes para lograr que una mayor cantidad de cuadros luzca plenamente en pantalla. Quienes se quejan que con el cambio en vez de ver a un magnífico mago como Gandalf ahora ven a un viejito con barba postiza y bastón de plástico son seguramente los mismos que se quejan que en una secuencia en una conversación con dos personas con copas de vino, entre corte y corte de toma el contenido de las copas varía sin respetar continuidad. Esos son detalles que pasan a segundo o último término cuando la narrativa se lleva correctamente. ¿Importa tanto las pelucas y barbas postizas cuando tienes una escena poderosa y atractiva como cuando se junta el concilio blanco con actores como McKellen, Hugo Weaving, Cate Blanchett y Christopher Lee? Quien se fija en esos detalles cuando el diálogo, las interacciones, la riqueza visual y la importancia de la escena están en un punto más preponderante definitivamente solo va al cine no para ver una película, sino para perder el bosque por contemplar un árbol.
Quizás mi única queja sobre el manejo del HFR se deba a que su aplicación usualmente implica duplicar la cantidad tradicional de cuadros utilizados. De 24 pasamos a 48 o de 30 a 60. ¿Alguna vez han visto una película clásica de principios del siglo pasado? Probablemente hayan notado que el movimiento se nota rápido y cortado, en comparación al cine contemporáneo. Esto se debe a que originalmente se filmaba a 16 cuadros por segundo, o 15 o 17, dependiendo de la velocidad y ritmo de la mano del camarógrafo y del proyeccionista. Con la llegada del sonido se estandarizó a 24 cuadros por segundo para que corriera a las mismas revoluciones que la pista de audio y actualmente se quiere duplicar dicha tasa de velocidad. Quizás un equilibrio entre los 24 y 60 cuadros ayude a resolver el detalle en que el ojo recibe “demasiada información” pero es algo que se irá mejorando con el tiempo. Quienes se quejan amargamente y dicen que el cine es y deberá de ser siempre a 24 cuadros por segundo, permítanme recordarles que si somos en realidad tradicionalistas, el cine debería de verse en dos dimensiones, a blanco y negro, sin sonido y a una velocidad de 16 cuadros por segundo, y con pianola, no podemos olvidar la pianola.
Al final del día, las personas que disfrutaron la entrega original de El Señor de los Anillos van a disfrutar la expansión del universo con la saga del Hobbit. La obra se muestra como la visión plena de Peter Jackson y se nota su pasión por el texto original. Se puede decir que es la versión extendida que vendrá en el BD pero estrenada directamente en cine, con todo lo que eso implica, ya que quienes aman checar el detalle (a veces nada más por joder) notarán la utilería, y quienes disfrutaron los escritos podrán disfrutar el cómo cobran vida elementos que solo aparecían como menciones o apéndices. Si disfrutaron las versiones extendidas de El Señor de los Anillos, seguro disfrutarán el Hobbit, si no, ni se acerquen.
14 de diciembre de 2012
Viernes de Videos: Pinokio
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Dan Campos
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viernes, diciembre 14, 2012
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Cambiando la temática tradicional, en esta ocasión tenemos un video que lejos de ser un corto, nos muestra como es posible tener en la vida real algo sacado de la fantasía de los creadores de Pixar. ¿Recuerdan la simpática lámpara que salta al inicio del crédito con el nombre de la compañía? Pues es más que real y para muestra un video.
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