Suave Patria


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Este fin de semana se estrenó la cinta mexicana Suave Patria, como queriendo y no para aprovechar las fiestas nacionalistas que tenemos en este mes. Ante el anuncio de que a sus 250 copias con las que salió a cartelera regular se planea agregar otras 100 copias más, vale la pena el revisar el porqué del éxito de esta cinta.

Arturo (interpretado por Adrián Uribe) y Óscar (Omar Chaparro) son una pareja de actores de poca monta cuyo mejor acto consiste en simular asaltos en los microbuses de la capital del país. Sin tener gran capital es que la fortuna les sonríe ya que Mauricio Tavárez (Mario Iván Martínez) es testigo de sus cualidades actorales y decide contratarlos para un show más… personal, en el que deberán interpretar el secuestro de Don Antonio Robledo (Emilio Guerrero). Debido a que no tienen ni en qué caerse muertos, aceptan la chamba, sin saber que eso los meterá en una serie de enredos que incluye el amor de una damisela (Karla Souza) y la persecución hecha por un policía malhumorado (Héctor Suárez).

Suave Patria es una de esas cintas que al público en genera pueden parecerle atractivas ya que, después de todo, incluye la presencia de personajes reconocidos en el medio televisivo. Chaparro y Uribe dan para una dupla que podría proporcionar buena cantidad de momentos divertidos, lo único que necesitan es un guión y un director que sepa explotarlos con eso tendríamos una buena cinta que pueda generar buenos ingresos en taquilla. El problema es que no todos esos elementos están presentes, ya que si bien la taquilla ha sido bastante decente y la dupla de orígenes televisivos puede atraer gente al cine, lo que se encuentra uno en las salas no es precisamente una buena historia.

Cuando uno tiene personajes bien desarrollados y establecidos, las historias se escriben casi por sí mismas. Si no han visto la serie británica de Psychoville, uno de sus grandes méritos es precisamente el hecho que se toma el tiempo en desarrollar sus personajes y hace que cuando estos se integren en la trama general, las acciones fluyan rápidamente ya que uno no tiene que justificar las acciones que se dan con un “parche narrativo”. Me imagino que al ver uno de los cortes finales de la cinta, el realizador encontró varios huecos que hacían que la historia no se entendiera de manera efectiva. ¿Cuál es la forma más fácil de solucionarlos? En el medio publicitario uno puede agregar textos (o súpers) sobre la imagen para aclarar que si un cabello se ve sedoso es por el producto anunciado. En una cinta uno puede utilizar un narrador en voz en off para que nos aclare que si vemos a un personaje triste, la voz nos diga que el personaje está triste (y si fuera un comercial aparecería el texto de “Triste” sobre su cabeza). El recurso de la voz en off es uno que debe ser usado con cierto cuidado, considerando el manejo que tiene la historia, pero en la cinta se utiliza para darnos explicaciones sobre los personajes y su importancia, cosa que debió haber sido establecida por el mismo guión y que se podrían hacer notar a través de cosas tan simples como el vestuario o hasta la actitud que manifiesta el actor. Desafortunadamente para hacer que algunos de sus personajes secundarios tengan más importancia, hay ocasiones en que un narrador aparece para decirnos el porqué, cosa que es decepcionante, especialmente cuando hasta el final de la cinta nos enteramos quién es el narrador, el cual es un personaje sacado de la manga el cual no tiene absolutamente nada que ver con la historia y se siente tan forzado como si una épica quijotesca fuera narrada por un danzante del zócalo en plena era espacial.

El manejo de los personajes es solo uno de los problemas pero la forma en que se establecen las relaciones entre los mismos es peor. El villano reventón Mauricio Tavárez demuestra que tiene un talento actoral capaz de sacarlo de la prisión, así como suficiente inteligencia y contactos como para fraguar intrépido escape pero es incapaz de sumar dos más dos para tratar de obtener el misterioso tesoro que busca y prefiere hacer un plan complicado en el que tiene que utilizar a un par de malos actores, dejando varios cabos sueltos en el camino, los cuales servirán para meter al personaje de Héctor Suárez, del cual se tendrá que deshacer casi al final gracias a otro personaje sacado de la manga del cual no se tiene mayor justificación para que aparezca en la cinta. ¿En serio? El aventar personajes para resolver deficiencias narrativas no es un recurso digno de un realizador que se respete, o peor aún, que respete a su público.


La cinta tiene varios elementos que podrían ser utilizados para provocar risas pero desafortunada las incoherencias e inconsistencias se van presentando en casi todos los elementos de la cinta. ¿Se necesitaba un conflicto amoroso? No, pero igual se integró. ¿Era necesario un conflicto en el que los personajes cuestionaran su amistad para reforzarla al final? Según el narrador del final sí, ya que de eso se trataba la película, pero el conflicto se hace de una manera tan falsa que no tiene impacto y su resolución es tan truculenta que no tiene el menor peso en la historia. ¿Era necesario el uso de actores de televisión para narrar una historia efectiva? De entrada, la historia no es efectiva, y como menciona Alejandro Alemán en su crítica de la cinta, se siente más como un conjunto de gags mal planeados y peor ejecutados mezclados en licuadora. Si acaso las bonitas postales de los entornos duranguenses es lo más rescatable de la cinta, pero para ver eso mejor consulto la página de turismo del estado y gasto menos.

En el poster de la cinta se nos anuncia “una película de Francisco Javier Padilla”, junto a los nombres de los actores. Se que es un trabajo impresionante el hacer una película y más en nuestro país, por lo que el logro de Padilla es reconocible pero, ¿es necesario recordarnos que es una película de dicha persona? A nivel mercadotecnia uno puede incluir los nombres de las personas que pueden dar una referencia que pueda atraer al espectador, pero con todo el respeto que me merece Padilla, fuera de unos cortometrajes no tiene un nombre que pueda servir para atraer audiencia en lo que es su primera película. Incluso productoras con más experiencia como Lemon Films anuncian sus cintas como “de los creadores de X película” ya que saben que la pretensión de poner un nombre desconocido como referencia de una cinta no sirve de mucho. Desafortunadamente en la cinta se nota una cierta pretensión por contar una historia que no termina de cuajar y demuestra no solo que la película es una ópera prima, sino que el realizador necesita trabajar más en lograr una narrativa más efectiva, y miren que eso no lo digo yo sino los sonoros ronquidos de un señor que coincidió en la misma función a la que yo acudí, en viernes en la tarde, en una sala que no llegaba ni a una cuarta parte de su capacidad. Este tipo de detalles me hacen cuestionarme de dónde viene el éxito de la cinta, ya que a todas luces tiene muchas deficiencias, incluso en la edición, la cual fue supervisada por Carlos Bolado, el cual no es un improvisado en el séptimo arte.


A final de cuentas, Suave Patria es uno de esos fenómenos peculiares del cine mexicano. La mayoría de la crítica la encontró como una de las peores cintas del año aunque misteriosamente dio buenos dividendos en taquilla, probablemente debido a los actores televisivos que llevan gente a las salas. A nivel industria eso es positivo y ojala le de otra oportunidad a Padilla para lograr hacer otra cinta más pulida en donde la narrativa funcione da manera adecuada. Desafortunadamente por su poca calidad narrativa ha logrado hacer que aquellos que “no ven cine mexicano porque no encuentran nada bueno” tengan otra razón para evitar la producción nacional.

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