Honeydripper

Haciendo gala de la increíble capacidad que tienen esos que les cambian el título a las películas aquí en México es que nos llego a cartelera “Sueños del Rock and Roll”, cinta dirigida por John Sayles y que originalmente se llamaba Honeydripper.

¿De qué trata la cinta? Ubicados en los 50’s en Alabama es que nos encontramos en el poblado de Harmony.  Tyrone Purvis (Danny Glover) es el dueño de un bar musical donde toca el piano y algunos de sus amigos cantan blues, desafortunadamente el local de enfrente acapara la clientela ya que ellos tienen lo más novedoso que la música puede ofrecer: una rockola. Tratando de competir con ellos al tiempo que se encuentra increíblemente endeudado es que decide traer al famosísimo Guitar Sam, que con sus habilidades musicales dará un concierto y deleitará a todos los habitantes del pueblo, volviendo al Honeydripper a su gloria original. ¿El único problema? Guitar Sam no puede llegar al pueblo así que tendremos que substituirlo con Sonny (Gary Clark Jr), un muchacho recién llegado al pueblo que al parecer puede tocar la guitarra, así como esa guitarra rara con cables que conecta a un radio para producir sonidos estridentes. La ventaja es que en este poblado de negros ignorantes nadie reconocería que el guitarrista no es Guitar Sam.

Mientras que la idea original de la cinta puede parecer un tanto interesante, es el desarrollo de la misma el que hace decaer la historia. Llena de clichés y anacronismos en pro de la narrativa (aja) la historia nos lleva a través de la transición musical del blues al rock en un pequeño poblado, al tiempo que intrigas románticas y uno que otro personaje colorido, digo, de color, hacen su aparición, agréguenle la inclusión de referencias innecesarias con el “descubrimiento religioso”  de la esposa de Tyrone de manos del típico predicador afroamericano que sabe como motivar a las masas y tenemos un “coctel cliche”. Discúlpenme pero creo que mejor veo otra vez volver al futuro 1 y 2 y seguiré con la idea de que Michael J. Fox es el iniciador del rock en el imaginario colectivo.

La cinta cuenta con algunos momentos interesantes y uno que otro tributo a músicos de antaño, sin embargo momentos no es lo que uno necesita para disfrutar una historia. En papel suena divertido tener un guitarrista ciego en la estación de ferrocarril (tributo a gente como el genial Blind Lemon Jeferson, uno de mis favoritos) o referencias como las típicas peleas entre soldados en un bar pero… ¿meter esos elementos simplemente porque si, sin ninguna justificación ni función dentro de la historia en general? Tache para Sayles.

A final de cuentas la cinta es solo recomendable para nostálgicos que no esperan un mayor desarrollo en la historia  y que les gusta ver los estereotipos de una minoría norteamericana en todo su esplendor… creo que al final la película es de humor negro… sin el humor, aunque eso sí, con muchos negros.